UN POQUITO DE EMOCIÓN

Vuelve la emoción a Carranza. Ya era hora. Y el buen juego. Y la calidad de futbolistas de Primera. Y la tensión del resultado, de la clasificación, del pase a una fase final. Desde mayo, y de una forma muy breve y decepcionante, no vivimos eso por estos lares. Aquella vez fue un partido de ida de la primera eliminatoria de ascenso ante el L’Hospitalet y el encuentro tuvo su emoción sí, pero resultó un tostón. De la vuelta mejor ni lo recordamos. ¿’Pa’ qué?

Pero hoy vuelve la emoción del fútbol al estadio Carranza, donde regresa la selección sub’21 para jugarse el todo por el todo. Ya vino hace dos veranos con motivo de la inauguración de la tribuna del Nuevo Carranza pero en aquella ocasión el carácter del duelo era amistoso ante una selección mexicana que se acabó llevando el ‘bolo’.

Esta tarde Carranza se viste de gala para recibir a la sub’21 de Celades. Como es sabido, tan sólo vale para pasar a la fase final una victoria ya que cualquier empate a goles le daría el pase a los serbios. El 0-0 nos llevaría a la prórroga. A partir de ahí, poco que contar. Hay ganas. Y muchas. Y no porque me haya interesado, la verdad, mucho el caminar de la ‘rojilla’ en su marcha hacia el Europeo –paso previo ineludible para participar en los Juegos Olímpicos–. De hecho, desconozco incluso los partidos que ha jugado o ha dejado de jugar. Pero basta que se te cuele hoy la muchachada de Celades en Carranza con el imperativo de ganar para meterse en la fase final a disputar el próximo verano en la República Checa para que un servidor se haya motivado en el asunto. La emoción está servida. Ya como que España es lo de menos. para qué vamos a engañarnos. Lo de más es el fútbol, la competición a pleno rendimiento, la ilusión de un pase, la importancia de un gol. Hoy a las seis de la tarde vuelve a Carranza lo que importa siempre: La vida o la muerte. Deportiva se entiende.