Ébola: una llamada a la calma
Tanto la formación o los medios que destina la Junta como las denuncias sindicales parecen estar lejos de la sensatez para abordar una alarma aún hipotética
Actualizado:Para saber cómo es cada cual, conviene verle asustado. Y la aparición del primer caso de ébola en España, por un contagio producido dentro de sus fronteras, ha dado un retrato exacto de muchas administraciones pero también de otros colectivos, de muchos profesionales y ciudadanos. Resulta innegable que nadie estaba preparado para una batalla nueva y temible, como la que supone enfrentarse a una enfermedad desconocida, sin tratamiento aún, con capacidad para ser letal. Pero ha sucedido en otros casos, con otras infecciones que tenían otros nombres y características. Conviene recurrir a la calma por más que cueste entre tanto miedo. La prevención es fundamental. Hay que saber escuchar y respetar a los expertos, seguir sus instrucciones hasta donde sea posible. Ser humildes, rectificar, mejorar y trabajar sin descanso. Tampoco conviene olvidar que un contagio en nuestro país parece impresionar más que miles de muertes a unos cientos de kilómetros. A estas alturas, queda claro que las administraciones públicas no han dado la talla en cuanto a las tareas de prevenir y tratar, de seguir las indicaciones científicas. Los errores forman una gruesa cadena. Pero mientras rectifican y mejoran, mientras aprendemos a base de disgustos y excesos verbales, mientras todos rogamos por la vida de la única enferma registrada en España, también conviene la mesura a la hora de denunciar. Algunas fuentes sindicales del hospital Puerta del Mar, con toda la razón a la hora de denunciar imprevisión, falta de formación, de información, de medios o personal, también debieran contribuir a la serenidad. Convendrían que huyeran de hipotéticos anuncios de huida de los centros sanitarios que ni se ajustan a la realidad de los profesionales, ni tranquilizan a nadie ni sirven de nada.