Defensora de la educación para frenar el extremismo
Sobrevivió a los dos tiros con que los talibanes de Pakistán quisieron callar su rebeldía por el cierre de escuelas femeninas
Actualizado:En el último mes Malala Yusufzai (Mingora, 1997) ha recibido dos grandes noticias. La primera, la detención de los yihadistas que intentaron matarle en 2012 cuando salía del colegio; la segunda, el Nobel de la Paz. Esta última también le sorprendió en la escuela, pero en el nuevo centro al que acude en Birmingham, a miles de kilómetros de su Pakistán natal. La educación como medio de frenar el extremismo es la idea que una y otra vez defiende la que se ha convertido en la Nobel más joven de la historia.
El 9 de octubre de 2012 un insurgente se subió a la furgoneta escolar en Mingora para matarle a tiros y estuvo a punto de lograrlo. «Abrió un capítulo marcado por la obscenidad y era necesario cerrarlo cuanto antes», declaró entonces a la agencia AFP Ehsanullah Ehsan, portavoz de Tehrik e Taliban Pakistan (TTP), alianza de grupos fundamentalistas unidos bajo el paraguas talibán, que reivindicó el ataque contra esta adolescente que, bajo el seudónimo de Gul Makai, saltó a la fama en 2009 por escribir un diario sobre su día a día bajo la tiranía talibán. Sus relatos, publicados en el canal en urdu de la BBC, conmovieron al mundo y mostraron con crudeza momentos como el de la orden de cerrar las escuelas femeninas en el valle de Swat, al norte de Islamabad.
El anonimato de la niña terminó cuando le concedieron el Premio Nacional de la Paz, un reconocimiento por su blog que le puso en el punto de mira de unos grupos insurgentes que le acusan de ser «una persona de mentalidad occidental que habla contra nosotros», una opinión extendida también entre el resto de paquistaníes donde un amplio sector le acusa de ser «agente de la CIA». Por eso su nombramiento ha sido acogido con frialdad.
En octubre del año pasado fue galardonada con el premio Sajarov que concede el Parlamento europeo «por defender con bravura el derecho de todos los niños a recibir una educación». La agencia AFP se puso de nuevo en contacto con otro portavoz talibán que afirmó que «gana premios porque trabaja contra el islam. Los talibanes tomarán como blanco a Malala tanto si está en Estados Unidos como en Reino Unido». Hace un mes el Ejército de Pakistán anunció la detención del comandó que atentó contra la joven, pero esto no significa que el resto de grupos radicales vayan a perdonarle la vida.
De Swat a Birmingham
La amenaza talibán impide regresar a Malala y a su familia a Pakistán. Residen en Birmingham, donde la joven ha sido operada en varias ocasiones para recuperarse de los dos disparos que recibió en cuello y espalda. Los proyectiles no acabaron con su vida y en estado de coma fue evacuada desde Pakistán a Reino Unido. «¿Dónde estaba? ¿Quién me había traído? ¿Dónde estaban mis padres? Estaba aterrorizada. Lo único que sabía era que Alá me había bendecido al darme una nueva vida», cuenta la adolescente en su autobiografía, 'Yo, Malala', publicada hace un año.
La noticia del galardón de la UE en 2013 apenas tuvo eco en la prensa paquistaní y con el Nobel ha ocurrido lo mismo. Tras sufrir el ataque el Gobierno de Pakistán ofreció una recompensa de diez millones de rupias (unos 80.000 euros) por la cabeza de la persona que disparó a Malala y el Parlamento condenó la acción de forma unánime, pero no es suficiente para poder volver a casa. Ahora ha recibido la felicitación del primer ministro, Nawaz Sharif, que le puso de ejemplo para los niños de todo el mundo... aunque no pueda volver a casa.