Chirbes gana su primer gran galardón oficial
El narrador, que no renuncia a la distinción, como hizo Javier Marías, anuncia que dirá cosas que al ministro Wert no le gustará escuchar El escritor se adjudica el Nacional de Narrativa por su novela 'En la orilla', un devastador retrato de la crisis
MADRID.Actualizado:Rafael Chirbes (Tavernes de Valldigna, Valencia, 1949) suma otro galardón a su larga lista de reconocimientos. Esta vez se lleva el Premio Nacional de Narrativa por su novela 'En la orilla' (Anagrama), un relato que indaga en la España de la crisis y de la desolación moral que genera el declive económico. El galardón, concedido por el Ministerio de Cultura y dotado con 20.000 euros, se une al Premio de la Crítica y al Francisco Umbral, que también se ha adjudicado Chirbes. El escritor atribuye el éxito de su novela al cansancio de una sociedad que ya no soporta más mentiras. «El público está harto de esta gran farsa», asegura el novelista.
'En la orilla' fue considerada además por los tres principales periódicos como el mejor libro del año. Se trata de una historia que obliga al lector a dirigir su mirada hacia un pasado lleno de fango. La historia que narra Chirbes trascurre en el pantano de Olba, un pudridero donde todo el mundo arroja sus basuras y que se erige en un símbolo de España actual. En esos escombros e inmundicias están sepultados los valores que rigen una sociedad con la que Chirbes se muestra sumamente crítico. «Es una novela muy amarga, casi post mórtem; me ha salido muy esquinada».
El jurado ha visto en la última obra del narrador «una novela de extraordinaria construcción literaria, que tratando de la realidad actual, no se limita al realismo, mostrando una riqueza formal y recursos poéticos que lo trascienden». Chirbes no rechazará los 20.000 euros de dotación de este galardón institucional que concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, como sí hizo su antecesor en el reconocimiento, su colega Javier Marías. Si acude José Ignacio Wert a la ceremonia de entrega, tendrá que escuchar de boca de Chirbes lo que piensa de su política.
El autor, que ha roto un silencio narrativo que duraba seis años, ha vuelto a poner el dedo en la llaga. Si con 'Crematorio', su novela anterior, se metió en el tuétano del pelotazo inmobiliario, aborda en esta novela la corrosión de aquella plaga, la demoledora resaca de una ruinosa explosión de ladrillos y millones. Unos fuegos de artificio que han dejado unos parajes desolados en todos los sentidos.
Bosque de grúas
El reconocimiento suscita en el escritor reacciones encontradas. «Me enorgullece porque se trata de un premio que representa la narrativa de mi país. Pero lo cierto es que también me produce cierta desazón porque aborrezco la política que está haciendo el Gobierno. Mis personajes son damnificados por la política de este país. Todos ellos me lo tirarían sin dudarlo a la cabeza».
En su muy aplaudida novela, Chirbes recorre el paisaje después de la batalla para contar cómo el bosque de grúas de su anterior empeño narrativo se ha transformado en un cementerio de esqueletos de hormigón, esperanzas y dignidades quebradas y anhelos traicionados.
Para el escritor, el origen de la crisis está en la construcción de la Unión Europea, donde un club de países ricos prestó a España ingentes cantidades de dinero a intereses gravosos y ahora lo está pagando. «Es la historia de siempre: los ricos esclavizan a los pobres. Nos invitaron a caviar y champán y ahora nos obligan a pagarlo».
A su entender, de los polvos de la Transición vienen estos lodos, cuando se creyó que España estaba inscrita en la modernidad y resulta que conservaba comportamientos atávicos. De hecho esta historia no nace por su condición de valenciano. «Podría haber surgido en la Cataluña de Pujol, la Andalucía de los ERE o el Madrid de Esperanza Aguirre». «Seguimos igual o peor. Ya no nos asombra nada», dice el escritor, que ve en los españoles una actitud que tiende a observar como normales cosas repugnantes.
Chirbes cree que el país está inmerso en una suerte de segunda Restauración, cuando las oligarquías políticas y financieras se repartieron el poder al margen de la mayoría social, como los obreros y los carlistas, mientras conservadores y liberales se alternaban en el gobierno. «El origen de muchas fortunas, y de posiciones normalitas, sigue siendo dudoso. Se comprueba al hurgar en la memoria histórica con cierta profundidad y no como espectáculo para televidentes embobados».