Los manifestantes prodemocráticos de Hong Kong se preparan para el desalojo
Grupos de estudiantes desafían el ultimátum de la Policía de desmantelar hoy la protesta mientras otros deciden retirarse y piden diálogo al Gobierno
HONG KONG. Actualizado: GuardarTras una jornada de tensa espera, los manifestantes democráticos de Hong Kong se reagruparon anoche en torno a su cerco a la sede del Gobierno regional mientras esperaban el desalojo por la Policía. Intentando acabar con una semana de protestas multitudinarias que han ocupado tres zonas de la ciudad y cortado importantes calles y avenidas, su jefe ejecutivo, Leung Chun-ying, les había dado de plazo hasta hoy para levantar sus campamentos. De lo contrario, dijo, usará «todos los medios necesarios».
Con esta amenaza pendiendo sobre sus cabezas, los manifestantes intentaron reabrir el diálogo con el Gobierno regional, roto tras el ataque del viernes contra su campamento en Mong Kok, un populoso barrio comercial de Kowloon, al otro lado de la bahía. Los líderes de la protesta prometieron retirarse del lugar y de las puertas de la oficina del jefe ejecutivo, que bloqueaban con una sentada.
«Hemos empezado los preparativos para las conversaciones con la secretaria jefe del Gabinete, Carrie Lam», anunció a la multitud el secretario general de la Federación de Estudiantes de Hong Kong, Alex Chow. «Aún no discutiremos la reforma política pero tenemos que obedecer si el Gobierno sigue con su voluntad de mantener el orden público en las zonas ocupadas», aseguró. Como requisito para levantar los campamentos, los estudiantes habían pedido a la Policía que garantizara su seguridad frente a los grupos prochinos que los insultan y agreden por oponerse al régimen de Pekín o por los vecinos que, sencillamente, se quejan de que su vida cotidiana se ha visto afectada por el corte de calles y el cierre de comercios y colegios.
Pero varios grupos independientes, contrarios a la decisión de retirarse, decidieron seguir adelante con las concentraciones. «No deberíamos marcharnos, hay que continuar con las movilizaciones para forzar la dimisión del jefe ejecutivo», dijo a este diario Jane Leung, una estudiante de Cine de 22 años plantada sobre el asfalto de las oficinas del Gobierno. Para protegerse contra los gases lacrimógenos y el spray de pimienta, venía preparada con unas gafas de buceo, una máscara y un impermeable. A pocos metros tenía, además, una tienda montada por los manifestantes con botellas de agua para atender a quienes sufrieran irritación en los ojos. «Jamás pensé que la Policía iba a tratarnos con tanta brutalidad», afirmó, al recordar los graves enfrentamientos del anterior domingo ante el Gobierno regional. Dicha represión indignó a la sociedad hongkonesa y sacó a la calle a decenas de miles de personas que nunca se habían manifestado.
«Las protestas deben seguir»
«Venimos a pedir democracia, no a luchar por ella», matizaba Roger Yim, un ingeniero de 27 años que había acudido tres días a las concentraciones y regresaba a la zona de Admiralty, donde miles de personas mantienen rodeada la sede del Ejecutivo. Para él, la disyuntiva estaba clara: «Si la Policía lanza gases, me iré, pero nos estamos manifestando de forma pacífica y las protestas deben seguir hasta que el Gobierno cumpla nuestras demandas o, al menos, nos acerquemos a ellas».
Alrededor del Gobierno regional, donde hoy deben acudir a trabajar 3.000 funcionarios, se concentra el mayor número de manifestantes, que levantaban barricadas y se disponían a protegerlas. Al caer la noche, se evaporó el ambiente festivo que se había respirado todo el día, con profesores ofreciendo clases de Matemáticas. En medio del nerviosismo general, se sucedían los rumores y las carreras cada vez que alguien escuchaba una sirena o veía acercarse una furgoneta de la Policía. Tras las barreras formadas con vallas de obras, sus defensores eran adolescentes que prometían luchar hasta el final, pero en sus rostros se podía leer el miedo.