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«Quiero que la menopausia sea sexy»

«Es la hora de revolucionar las revoluciones», afirma Gioconda Belli, que publica 'El intenso calor de la luna'

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El climaterio «no entierra el deseo ni la pasión». La menopausia no arruina «ni mucho menos» la vida sexual de las mujeres «porque no hay edad para la sensualidad y el buen sexo». Lo asegura la escritora nicaragüense Gioconda Belli (Managua, 1948), que, pasada esa frontera biológica, constata que «es posible gozar de orgasmos monumentales» en un etapa que defiende como «posbiológica». Tras varios años de silencio narrativo, esta antigua militante sandinista, sensual poeta y narradora, cree llegada «la hora de revolucionar las revoluciones». Y comienza por derribar tabúes en torno a la menopausia con 'El intenso calor de la luna' (Seix Barral), su nueva novela y un empeño «de hacer de la menopausia algo muy sexy».

«Quería escribir una novela transgresora, romper tabúes y tratar abiertamente los prejuicios sobre la menopausia en una narración muy sensual, con mucho erotismo», explica en la Casa de América, nada más bajar del avión que la trajo de Managua a Madrid.

«Pretendía también burlarme de la tentación de la sumisión que se defiende en 'Cincuenta sombras de Grey'», agrega. Y lo hace fabulando «sobre la tentación de la liberación de todas estos prejuicios que hacen sentir a la mujer que cuando pasa de los 40 o 45 años debe resignarse a encanecer y negarse a los placeres de la vida».

A esa edad, como a cualquiera, el azar puede jugar también un papel crucial. Y el azar, en forma de atropello, cambiará «en un instante y radicalmente» la vida de Emma, su 'flaubertiana' protagonista. Es una mujer madura que renunció a su profesión para formar una familia a la que conocemos «vencida casi por el pánico cuando, con 48 años, advierte los primeros signos de la menopausia, tras estar acostumbrada desde los 13 años a que la menstruación fuera el reloj de su vida». Con sus dos hijos crecidos y un matrimonio tedioso, se sume en negros pensamientos con los primeros síntomas de la menopausia.

«Tradicionalmente la identidad de la mujer se establece en función de los demás, de su capacidad de servir y ser madre, y cuando deja de tener esa misión se siente vacía», explica Belli. Asume que es su novela más «personal y autobiográfica» y la resume como «un canto al optimismo» para las mujeres que, como su Emma, «creyeron haber perdido su feminidad y la capacidad de gozar».

Pero en lugar de eso «descubrieron una nueva vida con unos orgasmos monumentales y maravillosos que se siguen dando tras la vida fértil». «Los sexólogos Masters y Johnson los constataron en mujeres de sesenta y setenta años y yo doy fe de que esos orgasmos existen», dice risueña.

Su Emma «se descubrirá a sí misma» en esta era posbiológica «en la que la mujer ya no depende gracias a la píldora de sus ciclos para ser madre y el hombre cuenta con el 'Viagra', la magia azul que toman treinta millones de varones y genera dos billones de dólares al laboratorio que lo patentó». «Si los hombres han convertido la disfunción eréctil en algo sexy, yo quiero convertir la menopausia en algo muy sexy», resume.

La Nicaragua de hoy

La novela se ambienta en una Managua muy actual, «en la que la revolución se posterga y se reduce a monumentos perdidos en alguna esquina y referencias muy vagas». Algo que lamenta la escritora, que tras vivir dos décadas a caballo entre Los Ángeles y su ciudad natal, ha vuelto a instalarse en la capital nicaragüense. A través de los hijos de la protagonista describe «la Nicaragua de hoy, en la que tantos años después del proceso revolucionario, nadie tiene una visión heroica ni de la vida ni del futuro, y en la que la pobreza sigue siendo acuciante».

¿Ha pasado el tiempo de las revoluciones? «De las de aquel tipo, sí; lo que perviven son los problemas. Habrá otras, pero es la hora de revolucionar las revoluciones, aunque por ahora nadie sabe cómo hacerlo», asegura Belli.

Su propia sexualidad ha sido también motor de su poesía, «que nunca pensé que fuera escandalosa o trasgresora». «Hablaba de mi sexualidad como sujeto, no como objeto, de mi placer y de mi cuerpo, y entonces sí que opté por la transgresión consciente», dice la autora de poemarios como 'En la avanzada juventud'. Pero asegura «no haber escrito jamás pornografía». «Escribo de una forma que sublima la sexualidad, con un planteamiento romántico pero abiertamente carnal. Las mujeres se identifican con esa sexualidad vinculada a la emotividad, la belleza y la carnalidad espiritual», concluye.