La dama de hierro protectora
Actualizado: GuardarSi algo ha cambiado a lo largo de los cuatro años de Gobierno de Dilma Rousseff es su cercanía con los brasileños de menores recursos. La candidata de 2010, una tecnócrata desconocida para el gran público, se ha convertido en una mujer cálida, capaz de sonreír y de abrazarse con los ciudadanos de a pie, que la ven como a una madre protectora.
Rousseff, como la conocen todos, nació en 1947 en Belo Horizonte, capital de Minas Gerais. Es hija de una brasileña y de un ingeniero búlgaro que le repetía que tenía que estudiar. De joven militó en una agrupación clandestina y estuvo presa tres años. Siempre actuó en política hasta que se sumó al Partido de los Trabajadores ya como economista. Ocupó diversos puestos en el Gobierno de Lula da Silva, su mentor y descubridor: ministra de Minas y Energía y jefa de la Casa Civil, donde mostró sus dotes de gestión.
Fue cuando Lula pensó que una mujer podría ser su sucesora, al mismo tiempo que a Rousseff le detectaban un cáncer linfático y tuvo que enfrentarse a un tratamiento antes de una agotadora campaña para convencer al PT y a los brasileños.
Su imagen, la de una mujer autoritaria, fría y poco afecta al diálogo. Rousseff es divorciada, tiene una hija y un nieto. Con el tiempo se conocieron más sus gustos por la música y la literatura, se la vio emocionarse y con gran empatía frente al sufrimiento.
No logró que la economía mantuviera los índices de crecimiento con los que cerró el Gobierno Lula, pero sí se empeñó en combatir la corrupción. Al poco de ser presidenta pidió la renuncia de ocho ministros.