ESPAÑA

Rajoy apela al corazón de los catalanes

El presidente sostiene que la «salida» a la situación en Cataluña pasa por «el diálogo» y el respeto a la ley

GUADALAJARA / MADRID. Actualizado: Guardar
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Mariano Rajoy, como hicieran los líderes británicos en vísperas del referéndum de Escocia, apeló al flanco sentimental de los catalanes para defender la unidad de España y el mal negocio «para todos» que supondría la secesión de Cataluña. «Separados somos menos; juntos ganamos todos», afirmó el presidente del Gobierno, y a partir de esa premisa defendió que «la salida» a la situación pasa por «la ley y el diálogo».

Unas horas después de la tensa cumbre en el Palau de la Generalitat que se saldó con la foto de la unidad de los líderes de los partidos que apoyan el referéndum, el Gobierno mantiene su análisis de que el presidente catalán es rehén de las fuerzas más soberanistas, en especial de Esquerra y su líder, Oriol Junqueras. Rajoy y sus ministros se mantienen firmes en la creencia de que Mas no va a celebrar un referéndum ilegal. Por esta razón sus palabras sobre la evolución de los acontecimientos en Cataluña se mantienen muy medidas.

El jefe del Ejecutivo y líder del PP evitó la artillería en la clausura de una convención parlamentaria del PP en Guadalajara y prefirió tocar la fibra sensible de la sociedad catalana. Sin llegar al dramatismo lacrimógeno del laborista Gordon Brown y del conservador David Cameron al dirigirse a los escoceses, Rajoy habló al corazón de los catalanes. «Separados somos menos, menos fuertes, menos prósperos, menos influyentes. Juntos ganamos todos, nos superamos, (somos) más gente, más bienestar, más influyentes, más fuertes», proclamó.

El presidente del Gobierno advirtió de que la independencia de Cataluña y su automática exclusión de la Unión Europea sería «malo» para los catalanes, pero también para los españoles. Un desastre «para todos».

La fórmula de Rajoy para hallar «una salida» a la situación en Cataluña es sencilla, «ley y diálogo». Legalidad, dijo, porque «un gobernante no puede hacer lo que quiera», como saltarse los límites de la Carta Magna o desoír la suspensión de la consulta del 9 de noviembre ordenada por el Constitucional.

Diálogo, prosiguió, porque la relación entre el Gobierno y la Generalitat no puede estar supeditada a la política de «hecho consumados» que, a su juicio, practica el presidente catalán. Rajoy está dolido desde que en diciembre del año pasado cuando los cuatro partidos soberanistas pactaran la fecha y la pregunta del referéndum sin avisar con la mínima antelación a la Moncloa. Cuál sería su enfado que ayer, diez meses después, volvió a exteriorizar su malestar: «Aquí se ha anunciado un referéndum, la pregunta y la fecha sin hablarlo».

Informado

El presidente del Gobierno se quejó de este «monólogo» del presidente catalán, ya que por su parte no ha habido cartas escondidas. Señaló que en todo momento ha advertido a Mas de los pasos que iba a dar, y «varias veces» le informó de que el Ejecutivo iba a recurrir al Constitucional la convocatoria. Esa información la tenía y ahora no puede hacerse el sorprendido ni denunciar una supuesta mala fe del Gobierno central porque sabía qué iba a pasar.

Rajoy reclamó al presidente catalán que si de veras quiere encontrar una solución en vez de exacerbar el victimismo hay que «hablar», pero «dentro del campo de juego donde cabemos todos, que es la ley».

El Gobierno no piensa abandonar, por ahora, la línea de mesura. Va a dejar que el Constitucional resuelva las alegaciones la Generalitat y el Parlament contra la suspensión de la consulta, y por su parte recurrirá la firma del decreto que crea la junta electoral de la votación. Nada más. No va a instar a la Fiscalía a intervenir porque, además, no ve motivos para encauzar por la vía penal la confrontación legal.

El presidente catalán no ha recibido ningún requerimiento del Constitucional para que acate la suspensión y, por tanto, no se puede hablar en puridad de desobediencia. En términos jurídicos se está ante una disparidad interpretativa de una disposición de la corte.