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Montoro no afloja la mano
El ministro de Hacienda defiende que para «cuidar la recuperación» hay que seguir reduciendo el déficit y la deuda Los Presupuestos Generales del Estado para 2015 insisten en la contención del gasto
MADRID. Actualizado: GuardarEl ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, sigue sin abrir la mano en el gasto público. El proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2015 presentado en el Congreso establece un gasto consolidado (sin incluir las operaciones financieras) de 315.503 millones de euros, sólo un 0,4% superior al de este año, es decir, prácticamente congelado. El gasto ni siquiera crece lo que la inflación (el deflactor del consumo privado previsto por el Gobierno es del 0,6%) y su leve incremento es menos de la cuarta parte de lo que creció este año.
«Vamos a salir de esta crisis más reforzados cuanto más contengamos el gasto público», aseguró el titular de Hacienda. En esa línea de austeridad presupuestaria, el gasto del Estado -sin incluir Seguridad Social ni organismos autónomos ni operaciones financieras-, disminuye un 1,7%. Montoro defendió que «no es un presupuesto de recortes, sino de contención del gasto», aunque en realidad no ha tenido que aplicar grandes ajustes por el margen presupuestario que le proporciona la reducción del gasto en desempleo y en intereses de la deuda el próximo ejercicio.
Montoro no ha aflojado su presión a pesar de que el Ejecutivo aspira a un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) del 2% en el próximo ejercicio, siempre que las cosas no se tuerzan. Ahora que aparecen nubarrones en el horizonte económico y se levantan voces alertando del riesgo de que se produzca una tercera recesión en Europa, cuando países como Francia e Italia piden que se les flexibilicen los objetivos de déficit público, el ministro de Hacienda insiste en que no es a través del gasto público como se va a impulsar el crecimiento económico, sino con la reducción del déficit.
«España tiene unos problemas que no tienen otros países de la Unión Europea», advirtió el ministro Montoro refiriéndose al alto endeudamiento externo. Eso, dijo, «hace inexcusable seguir con la senda de reducción del déficit» como única forma de contribuir a disminuir el apalancamiento de la economía española. A pesar de este objetivo, la deuda pública seguirá creciendo hasta el año 2016, con lo que el Gobierno renuncia a empezar a bajar el peso de la deuda pública sobre el PIB un año antes -en 2015- como había previsto, y eso que la revisión del PIB al alza como consecuencia de la nueva base contable le ha dado un margen de casi dos puntos porcentuales de reducción.
El responsable de la política fiscal insistió en que estos presupuestos «son los del crecimiento y la creación de empleo». De hecho, el Gobierno calcula que se crearán casi 350.000 empleos en términos EPA. El aumento del empleo, del consumo y de la actividad económica permitirá incrementar los ingresos tributarios en un 5,4% a pesar de que el próximo año empezará la reforma fiscal y, en concreto, la rebaja de retenciones del IRPF. No obstante, cualquier margen adicional que se pudiera obtener «tiene que ser utilizado para reducir el déficit público, que es lo que nos está sacando de la crisis. No nos está sacando más inversión pública ni más déficit», enfatizó Montoro. «A España le conviene utilizar todos los dividendos del crecimiento en reducir la deuda. No hay margen para otra cosa. No podemos desviar la atención», recalcó Montoro
El ministro de Hacienda, que también lo fue en el anterior Gobierno del Partido Popular, con José María Aznar de presidente, defendió la política de consolidación fiscal que también desarrolló en aquella época, aunque en circunstancias económicas muy diferentes, sin recesión, con inflación y con crecimientos de ingresos de dos dígitos.
Como en 2004
Precisamente, Montoro recordó el último presupuesto que hizo en aquella etapa, el del año 2004. Para defenderse de las críticas que le acusan de hacer unos presupuestos electoralistas, el ministro argumentó que estos presupuestos no incrementan el gasto, por lo que no pueden estar inspirados en intereses electorales. Exactamente como hizo en 2004, dijo, con un presupuesto restrictivo ya que el gasto sólo crecía un 2% cuando el PIB aumentaba el 4% en términos reales. Claro que tuvo que acabar su razonamiento recordando que, con aquellos presupuestos, el Partido Popular perdió las elecciones.
La disciplina presupuestaria tampoco se ha flexibilizado en las pensiones, que sólo subirán un 0,25%, el mínimo que fija la ley. A las peticiones de más gasto para impulsar la economía, el ministro aduce que «la política presupuestaria seguida hasta ahora ha permitido una recuperación contra pronóstico. Ahora hay que cuidarla y no volver a las andadas». Sin embargo, reconoce que se «está muy lejos de solucionar el problema del paro». El número de desempleados el año que viene superará los cinco millones en términos EPA y la tasa de paro bajará al 22,9%, pero seguirá por encima de la que encontró el PP al llegar al Gobierno -en media anual-.
¿Y si no se cumplen las expectativas de crecimiento ? ¿Hay un plan B? El ministro fue claro: «El Gobierno no tiene ningún plan B. Ya nos cuesta tener un plan A y, además, es peor tener un plan B, porque eso significa que no te crees lo que estás haciendo».