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El comisario de Competencia, Joaquín Almunia, ayer, en un acto. :: CHEMA MOYA / EFE
Economia

Almunia advierte del peligro de una tercera recesión en Europa

El comisario europeo cree que a la económica le podría seguir una crisis «política» que abriría las puertas a la «desafección y el populismo»

JORGE MURCIA
MADRID.Actualizado:

Joaquín Almunia admite que, tanto con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero como con el de Mariano Rajoy, España ha hecho «cosas importantes» para combatir la crisis. Sin embargo, considera que «todavía queda mucho trabajo por hacer» y que «no se puede cerrar la persiana». Una receta que el todavía vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de Competencia pide aplicar en todos los países de la Unión. De lo contrario, advierte, Europa no sólo puede verse atrapada en una tercera recesión, sino también en una crisis política en la que germinarían amenazas como el la «desafección» hacia el proyecto europeo y el «populismo».

En un desayuno organizado por Nueva Economía Forum, Almunia expuso los peligros a los que se enfrenta Europa y a la necesidad de superarlos a través de políticas «supranacionales», ya que cada Estado por sí mismo «no es capaz de responder a los ciudadanos». El político español recuerda que la crisis ha golpeado a Europa «más que a ninguna otra región en el mundo». La zona euro -que en el segundo trimestre certificó el estancamiento de su economía- «ha pasado ya dos recesiones, y no está fuera de riesgo para una tercera».

Almunia cree que la actual situación por la que atraviesa el continente no es algo sobrevenido, ni «fruto de la casualidad o de la incapacidad». «Desde la década de los 90 (Europa) tenía problemas para crecer». En su opinión, «es difícil mantener la competitividad en Europa, no sólo por la emergencia de nuevas economías, sino también porque incluso los países industrializados europeos han venido mostrando menos aumentos de productividad y mayores rigideces».

Almunia advierte a los países de que no pueden seguir «mirando hacia Fráncfort», sede del Banco Central Europeo (BCE) para «que haga lo posible para salvar al euro», y urge a dotar a los mecanismos supranacionales europeos de una verdadera política fiscal y presupuestaria. El comisario europeo aprecia «un sustrato social ciudadano de cierto recelo a las instituciones supranacionales, y una tendencia a afrontar los desafíos replegándose en sí mismos». Un sentimiento de «desafección y deslegitimación» que puede «abrir la puerta a populismos», «genera tensiones» e incluso «pone en cuestión las bases mismas de la democracia parlamentaria».

Aunque admite «fallos evidentes en el diseño de la unión económica y monetaria» que precisarán de «instrumentos que no estaban previstos», se muestra convencido de que «resolver los problemas de crecimiento de la zona euro y la evolución de las desigualdades no lo va a hacer nunca más el Estado-nación, salvo que pensemos que el mundo va a volver donde estaba hace muchas décadas». Por eso, cree, los gobiernos deben renunciar a «la tentación permanente» de atribuir los buenos resultados de las decisiones europeas a la política nacional «y mandar al magma de Bruselas lo desagradable, lo áspero».

Alejamiento de Europa

Respecto a España, considera que aún es un país «proeuropeo», aunque sí aprecia que «algún virus de euroescepticismo o alejamiento de Europa ha vuelto a atravesar los Pirineos». Pero, añade, «España no se puede permitir el lujo de ser «euroescéptica». Porque si bien «hay que decir que hemos hecho lo que hemos hecho, no se puede cerrar la persiana y eludir la visión de lo que queda, y queda mucho». Deberes relacionados con el sistema educativo, la innovación, la lucha contra el desempleo o la eliminación de la deuda pública y privada.

Además de emitir un exhaustivo diagnóstico sobre los problemas de la Eurozona, Almunia también se refirió a uno de los mayores quebraderos de cabeza a los que se ha tenido que enfrentar en su mandato: el encaje de Google en el sistema legal europeo.

El comisario de Competencia avisa de que Bruselas podrá imponer una solución basada en la prohibición, además de una multa, si la compañía no presenta unas propuestas «satisfactorias» para acabar con su posición dominante en el mercado. Las instituciones europeas investigan desde noviembre de 2010 el servicio de búsqueda especializada del gigante de Internet.

Sobre su futuro lejos de Bruselas -su mandato expira el 1 de noviembre-, asegura que «no será un instrumento del tráfico de influencias», y que no quiere, ni debe, formar parte del consejo de administración de empresas privadas. Tampoco tiene intención de seguir en la política.