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El Atlético marca territorio
Actualizado: GuardarRegresó el Cholo Simeone al banquillo tras cumplir sanción y las aguas volvieron a su cauce en el Manzanares. La sola presencia del técnico argentino, un caudillo para los colchoneros, genera más intensidad en sus jugadores, más contundencia, más atención a los detalles y un apoyo incondicional de la hinchada. Sin necesidad de hacer un gran fútbol pero con un oficio enorme y mucho mejor manejo de las dos áreas que en duelos precedentes, el Atlético se deshizo con suma facilidad de un rival directo que se presentó invicto y colíder pero ya está en la tabla por detrás del campeón, mejor en todos los aspectos que el Sevilla.
Colchoneros y sevillistas arrastran una enorme rivalidad desde que hace 14 campañas coincidieron en Segunda, con Joaquín Caparrós al frente de la nave hispalense, que ascendió y dejó al Atlético un añito más en el infierno. Desde entonces, todos sus duelos han sido más batallas tácticas ganadas metro a metro que partidos abiertos y vistosos. Y el choque de este domingo no fue una excepción.
Unai Emery avisó hace días que su equipo estaba mentalizado para ir a la “guerra” del Calderón. Pero se equivocó al tratar de contrarrestar al adversario sólo desde el físico porque con más músculo e intensidad que toque es harto difícil conquistar este feudo hostil. Y más si el coliseo atlético está casi lleno y con un apoyo enfervorizado a sus gladiadores y al líder del ejercito, un tribunero Simeone que no paró de arengar a sus soldados desde el área técnica y de dirigir a la hinchada a modo de coreografía.
El técnico guipuzcoano dejó en el banquillo a artistas como Deulofeu, Denis Suárez o Banega y apostó por el 'trivote' en el centro del campo, donde Mbia, Carriço y el polaco Krychowiak fracasaron por completo. Simeone también previó un duelo largo e intenso y dejó de inicio fuera a Griezmann, a quien exige más continuidad que en la Real Sociedad, y a Raúl García. Alineó a Mandzukic, el hombre de la máscara, y reforzó el centro del campo con Saúl Ñíguez, un jugador de enorme proyección porque combina físico, técnica, disciplina táctica y llegada.
Desde el inicio, los locales asedieron a los visitantes. Juanfran y Ansaldi percutieron bien por los costados, aunque el argentino no llega ni de lejos al nivel de Filipe Luis, y Gabi, que descansó en Almería, se hizo el jefe en el centro del campo. Aunque este Atlético aún no está en plenitud porque precisa acoplar las nuevas piezas a la máquina, no se le puede regalar nada. En lugar de despejar fuerte, Mbia asistió a Koke y el canterano marcó de fuerte disparo que sorprendió a Beto tras golpear en un defensa. Y cuando los andaluces trataban de superar el terremoto inicial, les cayó el segundo tras una extraña jugada a balón parado. Suerte o estrategia, el caso es que el balón acabó en la cabeza de Saúl tras sacar una falta Gabi, cabecear hacia atrás Arda y ponerla Miranda.
Sólo cuando se vio derrotado, Emery recurrió a Banega y a Suárez, a las armas del balón y el engaño frente a un enemigo que se blindó con Raúl García en lugar de Gabi, tocado tras sufrir una fuerte entrada. Koke pasó a jugar de mediocentro, cerca de un Tiago imponente. El Atlético supo atrincherarse, evitar un juego fluido y jamás sufrió ante un adversario esta vez impotente. Cuando ya vio a los rivales desgastados, Simeone recurrió a la magia de Griezmann y dio minutos al mexicano Raúl Jiménez. Entre ellos fabricaron el penalti que ejecutó Raúl García. Y en la noche soñada, el mexicano acertó al cabecear un pase magnífico de Koke, de nuevo a balón parado. Esta vez, el estratega no recibió reproches. El Atlético vuelve a su ser y ya vela armas para la siguiente batalla ante la Juventus.