PAN Y CIRCO

Viviendo en la prehistoria

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Esta semana se ha llevado a cabo el nombramiento del capitán del equipo Davis masculino y para sorpresa de muchos es una señora la que estará al cargo.

Lo que no entiendo es el revuelo causado por el nombramiento. Que una mujer esté al frente de un equipo masculino es noticia no porque tenga o no las cualidades para afrontar este reto, sino porque para sorpresa de personas anticuadas... ¡es una mujer!

Para más asombro, el entrenador de Rafa Nadal, su tío Toni, ha sido el portavoz y la cabeza visible de tal desprestigio hacia la mujer. Él mismo se ha denominado anticuado, pues según él los tenistas pasan muchas horas en el vestuario sin camisetas. ¡Bendito problema!

Los diferentes argumentos de este señor para que una señora no esté al frente de un equipo masculino son que «le resulta incómodo, que hay un problema si a alguien le apetece hacer pipí...». Es más, en ningún momento ha dado un argumento deportivo coherente, ya que se ha militado a decir que una tenista no debería estar entrenado por un hombre.

Señor Toni Nadal, la realidad de los hechos aplasta sus ridículos prejuicios, su opinión retrógrada, ostentosa y cavernaria. Son muchos los entrenadores que están al frente de selecciones o equipos femeninos y, a día de hoy, ninguna mujer ha pegado un grito en el cielo señalando que hay un problema porque esto ocurra, porque, verdaderamente, el problema no existe.

Si sirve mi opinión, he sido entrenada por hombres y mujeres, y no encuentro ningún inconveniente. Puede que haya intereses ocultos o personas defraudadas porque querían ese puesto. Prefiero pensar esto a que en pleno siglo XXI exista machismo y discriminación. Pero, por favor, seamos más avanzados y abramos nuestras mentes. No discriminemos, no hagamos valoraciones sobre los géneros, centrémonos en los resultados, demos la oportunidad de que esto ocurra y luego, con los resultados sobre la mesa, opinemos, critiquemos y exaltemos o enterremos vivo al alguien, pero no ahora sin conocimiento exacto de causa.