Pitos de la crítica, aplausos del respetable
Unax Ugalde encarna al abogado que defendió a las familias de los dos etarras torturados y asesinados por el GAL durante la guerra sucia La película 'Lasa y Zabala' es acogida con división de opiniones
SAN SEBASTIÁN.Actualizado:Pitos y ovaciones. Frialdad y éxtasis. 'Lasa y Zabala' fue recibida ayer de manera antitética dependiendo de quiénes eran sus espectadores. En el pase de prensa no gustó y se la acusó de maniquea, de pintar a unos pobres chicos en manos de unos captores dibujados como demonios y a un héroe, su abogado, al que solo le falta ascender a los altares. Cinematográficamente también se habló de narración confusa y de aspecto de telefilme. De no conmover pese a tratar un asunto brutal. Otra cosa fueron los pases con público, en especial el de las siete de la tarde en el Kursaal, con la presencia de familiares de José Ignacio Zabala y José Antonio Lasa, así como del diputado general de Guipúzcoa, Martin Garitano. Poco faltó para que el edificio de Moneo se viniera abajo con los aplausos.
Quizás es un anticipo de lo que ocurra cuando el tercer largometraje de Pablo Malo (San Sebastián, 1965) llegue a las salas de toda España el próximo 17 de octubre (habrá versión original en euskera y otra doblada al castellano). Toda la polémica previa relacionada con el filme, incluida una subvención a dedo de 100.000 euros de la Diputación guipuzcoana, en manos de Bildu, habrá servido para reafirmar en su posición a los espectadores según la propia ideología. «Es un material delicado, sabía que me iban a mirar con lupa», observa el director, al que le daban «el pésame» cuando contaba que iba a llevar a la pantalla el 'caso Lasa y Zabala'. «Sabía que no se iba a ver como una película. Me dan envidia mis compañeros en el festival, porque yo llevo semanas hablando de política y no de cine».
Malo jugaba en casa. Apenas a un kilómetro del Kursaal se yergue el Palacio de la Cumbre, donde hace 31 años los miembros de ETA José Ignacio Zabala y José Antonio Lasa fueron torturados durante varias semanas. Sus restos aparecieron doce años más tarde enterrados en cal viva en Busot (Alicante). Fue la primera acción criminal de los GAL y el episodio más vergonzoso de la guerra sucia en nuestro país, que se saldó con condenas de 365 años de prisión para el gobernador civil de Guipúzcoa, Julen Elgorriaga; el comandante del cuartel de Intxaurrondo, Enrique Rodríguez Galindo, y los guardias civiles Ángel Vaquero, Enrique Dorado y Felipe Bayo. Ninguno de ellos está hoy en la cárcel.
'Lasa y Zabala' abarca pues dos décadas de la historia de Euskadi. Salta en el tiempo y condensa tramas y personajes tomando como guía al abogado (Iñigo Iruin) que defendía a las familias. «Es el único que nos podía acompañar durante tanto tiempo», apunta Pablo Malo, que presume de haberse ceñido al sumario judicial. «Cada uno se retrata como lo que ha sido y significado en la historia, teníamos mucho que contar y muy poco tiempo». En el filme no aparece la actividad de ETA en aquellos años de plomo, excepto en las fotografías de atentados en los títulos de crédito. «Algunos me acusan de falta de contexto. Si hubiera equilibrado la cosa con algún atentado habrían dicho que era anecdótico o que nos deteníamos mucho tiempo».
Para el realizador donostiarra esta «no es una historia de buenos y malos, sino de unos cometiendo una barbaridad». Cuenta que se posiciona desde el momento en que pone la cámara en un sitio y no en otro. «Yo no soporto la violencia, solo estoy con los que sufren. Me han llegado a decir que Lasa y Zabala se merecían lo que les pasó por haberse metido en ETA, que a cuánta gente hubieran matado. Yo no me meto en la película con la Guardia Civil o el PSOE en su conjunto. Que se utilice como arma arrojadiza para que unos echen mierda sobre los otros no es mi intención».
Malo tuvo la oportunidad de rodar en los escenarios reales donde transcurre la acción, de la calle de Bayona donde los etarras fueron secuestrados al exterior del Palacio de la Cumbre, en el que permanecieron encerrados durante semanas. Las torturas se muestran con crudeza, al igual que los disparos que los llevaron a la fosa. «Había que contar lo que pasó». Al director le gustaría saber qué piensan Galindo y compañía de aquellos años terribles, «si creen que cometieron una barbaridad o hicieron lo que tenían que hacer».
Unax Ugalde, el actor que encarna a un trasunto de Iñigo Iruin, ha intentado acercarse al abogado de manera respetuosa. Sabe que la película es polémica, pero asume el riesgo. «Yo he perdido trabajos por hacer una película sobre ETA. Y me lo han dicho clarísimo. Me da igual. La historia de Lasa y Zabala había que contarla», dijo. «Estamos hablando de víctimas del terrorismo, y para mí todas se merecen el mismo respeto», adujo.