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Obama pierde a su fiscal general

Eric Holder, el primer afroamericano en el cargo, se marcha sin haber encontrado la fórmula legal para cerrar la cárcel de Guantánamo

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Apenas puso un pie en la Casa Blanca, a Barack Obama le tocó ayer anunciar la dimisión de uno de sus más íntimos colaboradores: el fiscal general Eric Holder, equivalente a ministro de Justicia. Holder es uno de los tres miembros de gabinete que les acompaña desde que llegó al poder en enero de 2009, aparentemente cansado del puesto. Los otros dos supervivientes a los dos mandatos son el secretario de Educación, Arne Duncan, y el de Agricultura, Tom Vilsack.

Según la Casa Blanca, le había indicado sus deseos de retirarse «en múltiples ocasiones» y terminó de explicárselo durante una larga conversación hace un mes. Eso le habría dado tiempo para buscar su sucesor, que aún no tiene, por lo que Holder ha indicado que permanecerá en el cargo hasta final de año. Presumiblemente la Casa Blanca desearía nombrarlo antes de esa fecha para que lo apruebe el Senado, donde actualmente cuenta con los 51 votos necesarios pero puede perderlos en las elecciones de noviembre. Todos los candidatos que la prensa barajaba ayer pertenecían a minorías. El gobernador de Masachusets Deval Patrick, otro afroamericano, está al principio de la lista porque su nombre lleva tiempo rumoreándose, acabará su mandato en diciembre y tiene planeado viajar a Washington D.C. el próximo jueves para asistir a actos del Caucus Negro del Congreso.

Le siguen otro afroamericano, el jefe de la abogacía del estado ante el Tribunal Constitucional, Donald Verrill; la primera fiscal general negra y asiática de California, Kamala Harris; y el fiscal de origen indio del distrito sur de Nueva York, Preet Bharara.

Disturbios en Ferguson

Con el legado de disturbios raciales que puso de manifiesto recientemente la muerte de Michael Brown en Ferguson (Misuri), todo el mundo piensa que se necesitará la sensibilidad de algún miembro de una minoría para las reformas necesarias, que ni el primer presidente o el primer fiscal general afroamericano han logrado corregir. Holder tenía una estrecha relación con el mandatario estadounidense, así como con su asesora personal Valerie Jarrett, pero ha preferido dimitir antes de que volviese a verse en medio de otra turbulencia que le forzase a alargase su servicio.

No le llora ni la izquierda ni la derecha. La primera le culpa de no haber encontrado la fórmula legal para cerrar Guantánamo, no haber enjuiciado a nadie de Wall Street por el escándalo financiero de las hipotecas basura que desató la crisis económica, no haber despenalizado la marihuana, ni haber reducido la violencia policial o el masivo encarcelamiento de minoría, entre otros muchos reclamos.

La derecha le recuerda por haber sido considerado en desacato por el Congreso al negar documentos del escándalos Fast and Furious, no haber enjuiciado a miembros de las Panteras Negras que presuntamente habrían intimidado a votantes en Filadelfia o el manejo del escándalo de los funcionarios de hacienda que se lo ponían difícil a las células del Tea Party. En la historia se le recordará por haber dicho que Estados Unidos es «esencialmente, una nación de cobardes» por sus relaciones raciales.