El papa Francisco preside una reunión con los cardenales en el Vaticano en marzo de 2013. :: EFE
Sociedad

Francisco da un giro histórico para acabar con la 'omertà' vaticana

El arresto del exnuncio Wesolowski es inédito en la historia de la Santa Sede, cuyos muros dejan de ser refugio de curas criminales

ROMA. Actualizado: Guardar
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El anuncio en la noche del martes del arresto del arzobispo polaco Jozef Wesolowski, acusado de pederastia y posesión de pornografía infantil en República Dominicana, fue una sorpresa mayúscula por el lugar donde se produjo: dentro del Vaticano. Un Papa al que no le tiembla la mano para detener y procesar a un cura sospechoso de delitos es un novedad absoluta, porque lo que hacían hasta ahora era darles cobijo, invocar misericordia y gestionar un retiro seguro. Ayer en Italia nadie recordaba que un sacerdote, y mucho menos un alto prelado como Wesolowski, hubiera sido detenido nunca dentro de los muros de la Santa Sede. Es un giro histórico que termina con siglos de 'omertà' e impunidad. Wesolowski, de 66 años y que está en arresto domiciliario en un apartamento vaticano, será juzgado por un tribunal penal del pequeño Estado a finales de año o principios de 2015 y se arriesga a una pena de 6 a 7 años. Será procesado con el código penal anterior a la reforma de Francisco de julio de 2013, que precisamente endureció las condenas por muchos delitos.

No obstante, por mucho que el Vaticano presuma del nuevo código, incluso con él serían suaves: las relaciones sexuales con un menor de menos de 14 años se castigan con una pena de cinco a diez años de cárcel. Se reduce si la víctima tiene entre 14 y 16 años y se queda nada menos que en un cuarto si tiene entre 16 y 18 años. En todo caso el mero proceso a un prelado ya es histórico, aunque el juicio a Paolo Gabriele, el mayordomo de Benedicto XVI, por el caso Vatileaks fue una pantomima.

No está claro dónde cumpliría la condena, pues las celdas de la Gendarmería vaticana no están preparadas para ello, y probablemente lo haría en Italia. Tras cumplir su condena Wesolowski podría ser extraditado a la República Dominicana o Polonia, que ya lo han reclamado.

Lo normal en el pasado es que le hubieran encubierto, y más a Wesolowski, polaco y amigo de Juan Pablo II. Como a Paul Marcinkus, presidente del banco vaticano, el IOR, implicado en el escándalo del Banco Ambrosiano en los ochenta y reclamado en vano por la justicia italiana. O Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo, pederasta en serie protegido por el entorno de Wojtyla hasta el final. Sólo Benedicto XVI pudo actuar contra él en 2006, pero ni siquiera llegó a procesarle. Se limitó a ordenarle el retiro de la vida pública.

«No habrá privilegiados»

Y basta recordar el escándalo del último cónclave que eligió a Francisco: asistieron varios cardenales bajo sospecha de encubrimiento de abusos y uno, el escocés Keith O'Brien, autor de violaciones en el pasado, las admitió y prefirió ausentarse. Con Francisco esto puede acabarse. «La advertencia es clara, la justicia de la Santa Sede intervendrá sin reparos contra cualquiera», señalaba ayer la conferencia episcopal italiana.

El Papa lo dijo muy claro a los periodistas en el vuelo de regreso de Jerusalén, en mayo: «En este tema no habrá hijos de papá, no habrá privilegiados». Y reveló que en ese momento tenía «tres obispos bajo investigación». Uno era Wesolowski. El caso fue revelado hace un año por la televisión dominicana, recogiendo los rumores en la ciudad sobre un extranjero degenerado que buscaba niños en la playa y los bares para que se prostituyeran con él. Un diácono aseguró luego que le había llevado jóvenes en varias ocasiones.

El nuncio, con una larga carrera en otros países, llegó a Santo Domingo en enero de 2008 y en agosto de 2013, justo antes de que estallara el escándalo, fue llamado al Vaticano. En un principio parecía la maniobra clásica para eludir la justicia, pero Bergoglio le abrió un proceso canónico, concluido este verano con la pena más grave, la reducción al estado laico.

Ahora se abrirá el penal, pero es que entretanto Wesolowski se paseaba tranquilamente por Roma, como denunció indignado en junio el obispo auxiliar de Santo Domingo, que se lo encontró por la calle. Ahora ya no se lo volverá a encontrar.