RETORNO DEL TALENTO
Actualizado: GuardarHago un rápido muestreo entre un grupo de siete amigas muy cercanas. Solo una de todas ellas tiene a su hija trabajando en la misma ciudad donde vive. No exagero. Las otras reparten a sus criaturas entre Madrid, Lérida, Barcelona, Utrech, Londres, Edimburgo, Dormunt y hasta Río de Janeiro. Alguno trabaja en lo suyo, es decir en carreras cursadas en universidades españolas, con masters y demás, otros lavan vasos en la hostelería local o venden artilugios en comercios e intentan meter baza en sus áreas de formación, poco a poco. Algunos se han emparejado con transterrados como ellos, una japonesa en Brasil, un italiano en la Gran Bretaña. Mis amigas lo cuentan con una sonrisa, porque muchas tienen otros vástagos en el paro o con la incertidumbre de qué pasará cuando acaben los estudios y ellas, mujeres cultas, viajadas y resistentes, saben que es lo que toca, el mal menor, el mundo grande y ajeno. Pero no se puede contar para nada con ellas cuando los chicos vienen a casa, unas fechas que preparan con el afán de una gran y larga Nochebuena y, en cuanto pueden, están en un avión para «darles una vueltecita». Son las reinas del 'low cost'.
Pienso en ese dolor íntimo, esa ansiedad imperceptible, esa duda persistente acerca de si nunca van a volver para quedarse, cuando oigo a la presidenta de la Junta enfatizar sobre que va a poner en marcha un programa de «retorno del talento».
Enfrento todas estas sensaciones próximas y carnales al horrísono lenguaje oficial: un borrador de un anteproyecto de un proyecto de medidas de... que sin duda la oposición rechazará por... y acusará de... ; que probablemente acabará la legislatura sin que esté en vigor, incluso que volverá a prometerse unas cuantas veces más.
Aún no sabemos en qué van a consistir esas medidas. Habrá que esperar para juzgarlas. Lo que parece bien escogido es el nombre, «retorno del talento», porque es mucho el que tienen quienes se van. Lo demás, veremos.