El problema de la gobernabilidad
BUENOS AIRES.Actualizado:Pese a que Marina Silva crece apoyada en la promesa de una «nueva política», pocos dudan de que si llega a la presidencia, la impoluta candidata socialista deberá tejer alianzas. Su compañero de formación, Beto Albuquerque, ya lo dejó claro hace unos días: «Nadie puede gobernar Brasil sin el PMDB», dijo.
El socialista se refería así al partido mayoritario en el Congreso y actual aliado del oficialismo. No obstante, Albuquerque aclaró que para tener gobernabilidad «no hace falta entregar el Gobierno». El asunto es clave en este país donde existen antecedentes de ejecutivos sin respaldo parlamentario que debieron irse mucho antes de tiempo. El primero fue el de Janio Quadros, que gobernó apenas siete meses en 1961 y el segundo fue Fernando Collor de Mello, que ostentó la primera magistratura entre 1990 y 1992. Más allá de los errores cometidos por cada uno de ellos en la gestión, la falta de sustento político fue crítica en ambos casos y derivó en sus renuncias.
Tanto el Gobierno de Fernando Henrique Cardoso, como el de Luiz Inacio Lula da Silva y Dilma Rouseff, tuvieron que pactar irremediablemente con el PMDB y, en el mejor de los casos, otorgarles un hueco dentro de la Administración para sellar su lealtad al Gobierno. Los peores escándalos de corrupción estuvieron, en general, vinculados al pago de sobornos para que los aliados aprobasen proyectos de ley.
De ahí que el temor de muchos brasileños hoy en día es saber que pasará si Marina Silva gana las eleccines presidenciales, ya que su coalición de izquierdas se ubica bien atrás en ambas cámaras del PMDB, del PT y del PSDB.