«No haré de Obama porque su historia no ha acabado todavía»
El actor, que se afanó en transmitir buen rollo, ayer recogió el primer Premio Donostia concedido a un artista negro Denzel Washington Premio Donostia
SAN SEBASTIÁN.Actualizado:Denzel Washington venía un poco perdido a San Sebastián: cuando le preguntaron en el Festival de Toronto sobre su Premio Donostia alabó el pescado de la ciudad... que situaba en el Mediterráneo. Nada mejor para compensar la metedura de pata que derrochar simpatía y mostrar esa sonrisa con la que ha iluminado el rostro de mitos como Malcolm X y Huracán Carter. El actor recogió ayer el galardón honorífico del Festival de San Sebastián -el primero para un artista negro- después de transmitir buen rollo en una multitudinaria rueda de prensa, por algo es la estrella de esta 62 edición.
A su llegada al María Cristina ya empezó a derrochar actitud. Escoltado por un gorila que parecía salido de 'The Equalizer' (El protector), la película inaugural del festival, Washington hizo esperar un buen rato a José Luis Rebordinos en las escalinatas del hotel mientras firmaba autógrafos y se fotografiaba con sus fans. Hasta se disculpó por aparecer en pantalón de chándal (de marca), procedente de un jet privado fletado por Sony que le ha llevado esta semana de promoción por Berlín y Roma. A sus 59 años ya no es el chavalote que descubrimos en 'Historia de un soldado', allá por 1984.
Al natural el actor luce mejor aspecto que su personaje en 'The Equalizer', un ex agente secreto que trata de llevar una vida normal pero al que la mafia rusa obliga a volver a derramar sangre. Alguna pregunta de la prensa internacional dejó traslucir que la cinta de Antoine Fuqua no había gustado demasiado, al adscribirla a ese género de 'thrillers' urbanos que el intérprete alterna con trabajos más serios. Vamos, que se parece más a 'El fuego de la venganza' que a 'El vuelo'. «Yo he tratado de darle profundidad psicológica al personaje», se disculpó el homenajeado. «¿Por qué vive solo? ¿Por qué mira tanto el reloj y no puede dormir por las noches? Investigué sobre los trastornos obsesivo-compulsivos y pensé que sufría estrés postraumático. Todos tenemos en la vida un personaje público y otro privado. Yo aquí muestro esa faceta privada».
Denzel Washington no sabía que era el primer afroamericano en recibir el Donostia. Ser un icono de la comunidad negra en Estados Unidos, confesó, es más un honor que una carga. «Estoy orgulloso de ser afroamericano y trato de ser un ejemplo para todos los jóvenes actores que vienen por detrás. Yo siempre intento trabajar duro y hacer el mejor trabajo posible». El primero de sus dos Oscar lo ganó por encarnar a un soldado de la Guerra de Secesión en 'Tiempos de gloria'. Después de ser Steven Biko en 'Grita libertad', Malcolm X y Huracán Carter, no era nada descabellado preguntarle si se meterá algún día en la piel del presidente Obama: «No pienso en eso. Obama está muy ocupado y, además, su historia no ha acabado todavía».
El protagonista de 'El informe Pelícano' llega a San Sebastián después de que una web de cotilleos revelara que había pasado unas semanas en una clínica de desintoxicación por sus excesos con el alcohol y la comida. Acompañado, eso sí, de su chef, un nutricionista y un entrenador personal. Ante la pregunta de un desalmado de si esa noche celebraría el Donostia con vodka, whisky o ron, el actor estuvo fulminante: «Con agua». Y quizá para chinchar preguntó al respetable qué pasaba con la selección española de baloncesto, él que vive en Los Ángeles y sigue todos los partidos de los hermanos Gasol y Calderón.
Estudiante de Periodismo
Washington, que empezó a estudiar Periodismo, contó que de joven nunca soñó con ser actor. «Devoraba películas como 'Shaft', 'Superfly', 'Taxi Driver'... Cuando empecé a actuar no me veía en Hollywood, como mucho en Broadway haciendo teatro. Mi escuela han sido los De Niro, Pacino, Hoffman... Sus películas en los 70 eran más de Nueva York que de Hollywood». El Oscar por 'Tiempos de gloria' en 1989 «cambió la percepción que la industria tenía de mí, gracias a él me ofrecieron más proyectos». Si repasa su carrera, reflexiona, no tiene mucho de qué avergonzarse. «Profesionalmente no me arrepiento de nada, he hecho películas muy diferentes y algunas han tenido la fortuna de ser muy taquilleras. No sé si ha llegado mi papel mágico, pero las cosas tampoco surgen así como así. Todo lo que he hecho me ha traído a San Sebastián».
El abogado marrullero que lograba una sentencia histórica para su cliente enfermo de sida en 'Philadelphia' empezará la próxima semana a montar a caballo para preparar la nueva versión de 'Los siete magníficos'. «Bueno, más bien será un 'remake' de 'Los siete samuráis', en la que se basaba aquel 'western'», precisó. Como cualquier estrella que se precie, Washington ha diversificado su actividad y ha dirigido dos largometrajes, producido otros seis y últimamente ha vuelto al teatro, «mi primer amor», ganando un Tony. «Encima de un escenario recibes todas las noches la respuesta y la energía del público. En cambio cuando ves una película yo puedo estar lavándome los dientes».
Casado desde hace más de 30 años con la misma mujer, algo insólito en Hollywood, Washington ha visto cómo dos de sus cuatro hijos han seguido sus pasos. Lo que más miedo le daba es que tuvieran un éxito temprano. «Mi hijo mayor era jugador de fútbol profesional y después se puso a actuar. Ha hecho una serie de la HBO pero se ha pasado diez meses en el teatro, porque yo siempre les digo que hay que empezar en un escenario, como hice yo y todos los actores que admiro. El éxito temprano a veces es una maldición».
Al hijo de un ministro pentecostal y una esteticién le salió la vena humanista cuando le inquirieron si en la vida real utilizaría los salvajes métodos de su personaje en 'The Equalizer' para arreglar las cosas. «Todos tenemos la oportunidad y la responsabilidad de ayudar, en este mundo sufriríamos muchos menos problemas si ayudáramos a los demás. Yo jamás haría como mi personaje porque confío en el sistema de justicia, pero entiendo que el público le aplauda porque se pone de su lado». Denzel Washington se confesó «un tipo ordinario con un trabajo extraordinario» y renegó de una comparación lisonjera que le ha perseguido desde siempre. «Solo hay un Sidney Poitier y además es amigo mío. Nunca podré ser Sidney Poitier».