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Un presentador de la ceremonia de los IgNobel experimenta el remedio de la panceta. :: REUTERS
Sociedad

Coagulante de panceta

Los premios anti-Nobel galardonan un estudio que prueba que el 'bacon' posee propiedades para atajar las hemorragias nasales

ANTONIO PANIAGUA
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Los premios anti-Nobel no generan grandes retornos en I+D, pero tienen mucha guasa. Son una parodia algo gamberra de los reconocimientos que concede la Academia de Ciencias de Suecia, solo que se leen con más deleite que los secretos incomprensibles del bosón de Higgs. Que nadie se llame a engaño. Stephen Hawking es un sabio, pero puestos a elegir entre las propiedades de la panceta para atajar las hemorragias nasales y los complejos modelos matemáticos alumbrados por el físico británico, el primer hallazgo es mucho más gracioso. El hallazgo sobre el poder coagulante del tocino no ha pasado desapercibido al jurado de los anti-Nobel, sabedor de aquello de que lo que no mata, engorda. Los IgNobel, las distinciones anuales que galardonan los descubrimientos más estrafalarios, nunca defraudan. Otra vez la comunidad investigadora ha demostrado que la ciencia puede ser más divertida que las ocurrencias de Mariló Montero.

En la edición de 2014, un grupo de científicos japoneses descuellan por haber descubierto el «coeficiente de fricción de la piel del plátano» al ser pisada.

Alguien dijo que investigar en España es llorar, axioma que desmienten Raquel Rubio, Anna Jofré, Belén Martín, Teresa Aymerich y Margarita Garriga, que han demostrado que España sigue siendo puntera en materia científica. Ellas han probado que nunca se deben tirar a la basura los pañales infantiles, dado que las defecaciones neonatales pueden ser un excelente aditivo para las salchichas. El título del trabajo despeja cualquier duda: 'Caracterización de la bacteria del ácido láctico aislado de excrementos de bebés como cultivo de potencial alimento probiótico para salchichas fermentadas'.

En la disciplina económica, el premio fue para el Instituto Nacional de Estadística italiano. El organismo ha ayudado a cuadrar las cuentas de los países en crisis al incluir en la contabilidad nacional la riqueza amasada por narcotraficantes, chulos, contrabandistas y chorizos de variado pelaje. El jurado valora el esfuerzo de los italianos por «asumir el liderazgo y cumplir con el mandato de la Unión Europea para que cada país incremente el tamaño oficial de la economía nacional incluyendo (...) transacciones financieras ilícitas».

En el campo de las neurociencias la cosecha de premios ha sido milagrosa. Los galardonados fueron investigadores de Canadá y China por «tratar de entender qué pasa en el cerebro de la gente que ve el rostro de Jesús en un trozo de tostada».

Pese al deshielo de los polos, los investigadores del Ártico no tiran la toalla. Eigil Reimers y Sindre Eftestol, de Noruega y Alemania, respectivamente, se han adjudicado un premio por describir «cómo reacciona un reno al ver humanos disfrazados de osos polares».

La entrega de los IgNobel es organizada por la revista 'Anales de Investigación Improbable'. A ella suelen acudir científicos que atesoran premios Nobel de los de verdad. En esta ocasión asistió, entre otros, el químico Martin Chalfie.