Un joven, que toca una gaita en llamas, encabeza una marcha de simpatizantes del 'sí' en Edimburgo. :: LESLEY MARTIN / AFP
MUNDO

El 'sí' y el 'no', abocados a entenderse

Independentistas y unionistas asumen el resultado y se felicitan por la lección de democracia que ha dado el país

EDIMBURGO. Actualizado: Guardar
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Escocia, Reino Unido y el resto del mundo conocerán hoy el resultado del referéndum sobre la independencia. Una participación muy alta bajo un cielo cubierto y llovizna era ayer el colofón de un largo debate y una animada campaña sobre la futura relación constitucional entre escoceses y británicos. Y decenas de miles de escoceses se disponían anoche a una larga velada esperando el resultado. En las calles de Dundee, vieja circunscripción electoral de Winston Churchill, las campañas del 'sí' y del 'no' tenían sus mesas dispuestas en la calle mayor, repartían insignias o folletos, promovían sus causas. El británico más importante de la historia, según han dicho sus conciudadanos en diversos sondeos, dijo alguna vez que Escocia le había dado las tres cosas más importante de su vida: su mujer, su circunscripción y su regimiento. ¿Qué habría pensado el gran líder británico de esta fisura política?

Cuando era diputado conservador por Dundee, Churchill defendió el autogobierno de Irlanda en 1912. Si le hubiesen hecho caso, quizá se habrían evitado desastres posteriores. Y defendió en el mismo discurso «el establecimiento de un sistema federal en Reino Unido, en el que Escocia, Irlanda, Gales y quizás las regiones de Inglaterra tengan instituciones parlamentarias y legislativas separadas, que les permitan desarrollar a su manera su propia vida, de acuerdo con sus propias ideas y necesidades».

Qué expectativas y temores albergan los vecinos de Dundee, un siglo después, ante los dos futuros posibles. Mike Strachan, de 45 años, tiene una empresa con la que ofrece servicios informáticos a un gran banco. Se implicó con el 'sí' hace dos años y desde hace seis meses está dedicado a tiempo completo, viviendo de sus ahorros. Coordina el trabajo en la sede de la campaña del 'yes', organiza en este momento itinerarios de unos 150 voluntarios para llamar a 30.000 puertas de vecinos y recordarles que deben votar.

«Creo que Escocia estaría mejor si gobernase sus asuntos», dice. «He visto el dinero con el que apoyamos a Westminster y creo que podríamos usarlo mejor protegiendo a la gente vulnerable en Escocia. Tenemos niveles de pobreza infantil terribles. En Dundee, el 23% de los niños nace en la pobreza, que es horroroso en un país que tiene petróleo, el único país que descubrió petróleo y se ha empobrecido».

«El cambio no será súbito, será gradual», afirma sobre una victoria del 'sí'. «Algunos cambios ocurrirán inmediatamente, como la 'tasa por dormitorio', que afecta a todo Reino Unido. Si recibes subsidio de vivienda y tienes una segunda habitación vacía, tienes que pagar un impuesto y el 70% de los afectados es gente con minusvalías que necesita esa habitación. Es asqueroso».

Transferencia de poderes

No ha oído a nadie invocar las historias medievales de 'Braveheart' en la campaña pero, para él, «lo más importante es tener un país democrático, el Gobierno que elegimos y que sólo defienda el interés de Escocia». Dice que si gana el 'no' las cosas empeorarán y que ya en el referéndum de 1979 se prometió la transferencia de poderes y no se hizo nada después.

Strachan nunca estuvo afiliado a partido alguno y ha vivido en persona las divisiones de la campaña: «Me he enfadado con gente de mi círculo, pero sé que mañana estaremos juntos de nuevo. Todos tenemos que aceptar el resultado, vivir y trabajar juntos. Y la vida sigue. Creo que la mayor decepción sería ver que el país ha dado su espalda a la democracia, que ha tenido la oportunidad de crear un país democrático y no la ha tomado. Creo que habrá más decepción que rabia», afirma.

Toda esta energía e ilusión vale pero, si en la mañana de hoy, ha ganado el 'no', qué hará, ¿volver a vender servicios al banco? «Empezar de nuevo, mirar alrededor. La vida sigue y, si hay un voto 'no', la vida continuará. Viviré en un país más pobre y que no quiere democracia». Y podrá consolarse con que «esto ha despertado a todo Reino Unido y el Gobierno ha comprendido que tiene que responder a la población».

Graham McKee ha ocupado diferentes cargos de dirección en la Universidad de Dundee y es ahora director de proyectos. El museo Victoria & Albert, institución tan británica, inaugurará en 2017 una nueva sede en esta ciudad escocesa de unos 150.000 habitantes y la universidad participa en ello. La conversación comienza sobre las consecuencias de una victoria del 'sí'.

La Universidad de Dundee, de tamaño medio, algo más de 250 millones de facturación anual, tiene muy buenos departamentos de biotecnología. Escocia recibe algo más de lo que le correspondería de los Consejos de Investigación que distribuyen el dinero público británico, pero en ciencias recibe el 13,5% de los fondos teniendo el 8,3% de la población porque hay buena investigación. Gana el 'sí' y qué ocurriría. Pueden perder dinero. Y el tamaño mayor de la unión tiene sentido en investigación, es más eficaz.

McKee enumera luego unos cuantos entes públicos que tendrían que crearse de nuevo en la Escocia independiente. «Hay que crear consejos de investigación, agencias para pasaportes, fiscales, vaya dando nombres, otro, y otro, y otro». Será caro. Y no le atrae esa introspección cuando la Escocia actual tiene que competir en la economía global, en un tiempo en el que no volverán las factorías de yute que dominaron el mundo.

Su argumento es también con el corazón. «Me parece que la unión tiene muchas ventajas. Y además somos muchos los que estamos felices siendo escoceses y británicos. Es una cosa positiva. Yo disfruto yendo a Londres y sintiendo que es mi capital, como lo es Edimburgo. Yo voy a Yorkshire a ver mi hija y siento que estoy en mi país, es parte de mi cultura, es una gran cosa», dice.

Graham McKee ve esos riesgos y extrañezas en una Escocia independiente, pero al mismo tiempo le gusta que una decisión tan grande sea consentida por los dos gobiernos, que la gente en el mundo vea que se permite hacerlo: «Creo que constituye un enorme elogio a la democracia occidental». Y, aunque ha habido «mucho calor y pasión» en el último mes, con algunos casos de intimidación por gente del 'sí', está convencido de que habrá un proceso de reconciliación a partir de hoy. Su Iglesia de Escocia ya ha invitado a un servicio común de reconciliación a todos los líderes participantes en la campaña, este fin de semana. Al mismo tiempo, alberga algunos temores. Si gana el 'sí', cree que algunos votantes del 'sí' han confundido cuestiones del corto y del largo plazo y que pueden lamentar la decisión más tarde, pero «todo lo que podemos hacer es expresar nuestra opinión, aunque podamos estar equivocados». «No tengo duda de que Escocia puede ser independiente», afirma. «La gente no abandonará las instituciones ni se marchará».