La pirámide apuntalada
El Gobierno egipcio niega que la tumba del faraón Zoser, de estructura escalonada, esté a punto de derrumbarse
Actualizado:Todo lo que era firme se tambalea. La pirámide de Zoser, considerada la más antigua del mundo, está hecha unos zorros. Para colmo de males los encargados de su restauración son unos advenedizos, lo que ha concitado la indignación de la prensa local, que ve en el remozado del monumento una chapuza colosal. Las autoridades niegan cualquier tipo de negligencia y aducen que los trabajos de restauración cumplen escrupulosamente las recomendaciones de la Unesco. Mientras unos se acusan y otros rebaten las imputaciones, la que fue sepultura del faraón Zoser (2687 a.C-2668 a.C.), de estructura escalonada, presenta un aspecto cada vez más desmejorado.
Los años no pasan en vano y la obra, que ha visto pasar casi cinco milenios ante sus ojos, se resiente de la erosión del desierto y de los destrozos de los temblores sísmicos. El estado de salud de la construcción era malo y la empresa adjudicataria de las obras destinadas a aliviar los achaques de la edad lo ha agravado aún más, según denuncia un grupo de arqueólogos, que atribuyen a la firma Al Shorbagy el ser una recién llegada en la conservación del patrimonio. Los expertos achacan a la empresa tal grado de impericia que el exterior del monumento ha sufrido alteraciones muy acusadas que desvirtúan su naturaleza.
Sea exagerada o no la denuncia, lo cierto es que el ministro de Antigüedades, Mamduh al Dalmati, está preocupado y ha salido al quite para negarlo todo. Según el titular del departamento, tanto el riesgo de derrumbe como la inexperiencia de la compañía rehabilitadora son pamplinas. Tras invitar a un grupo de periodistas a visitar el lugar, el ministro ha desmentido la existencia de «problemas técnicos».
Mucho deben de haber escocido al ministro las críticas cuando ha autorizado que la prensa recorra el interior de la pirámide para comprobar de primera mano la solidez del monumento. No es algo ni mucho menos frecuente. La preservación del conjunto, emplazado en Saqara, la gran necrópolis de la que fuera la ciudad de Menfis, bien merece una visita guiada.
La obra funeraria fue erigida por orden del sumo sacerdote Imhotep durante la III dinastía. Hecha de adobe, la pirámide aloja en sus entrañas la tumba real, saqueada en la antigüedad y luego utilizada para otros fines siglos después. A 25 kilómetros al sur de El Cairo, la joya de la necrópolis de Saqara coronó la edad de oro de la arquitectura egipcia.
Sus avatares han corrido en paralelo a los acontecimientos recientes en la historia del país. En 2006 comenzó la restauración, pero en enero 2011, con la revolución que derrocó al presidente Hosni Mubarak, se suspendieron los trabajos. Las obras volvieron a reanudarse, pero la burocracia y el hecho de que Egipto no nada en la abundancia impidieron que se culminase el proyecto. Ahora el Gobierno promete que todo estará listo en año y medio.