EN BUSCA DE «EL RELATO»
Ni propuestas, ni radiografía de situación, ni bronca dialéctica, ni alternativas: la tensión antes, durante y después del debate reside en saber si habrá elecciones anticipadas. Se necesita elaborar una justificación «convincente» para convocarlas
Actualizado:Los creadores del lenguaje oficial han dado en una nueva palabra que de pronto se incrusta en todos los discursos, de los políticos, de los periodistas y de ese género híbrido de los tertulianos. Ahora se habla por todas partes de «relato». «Hace falta un relato», «hay que crear un relato», se oye. Si no dices «relato» es que no estás en el ajo. Hablemos, pues, de relato, no vayan ustedes a creerse que una no sabe de qué va el pasilleo de San Telmo y del Hospital de las Cinco Llagas, sedes a la sazón de la Presidencia de la Junta y del Parlamento de Andalucía, después de tanto taconear. Sólo faltaría.
En fin, la semántica profunda del nuevo 'palabro', que no sé si dan cuenta de que también se podría trasponer por 'cuento', viene a decir que hay que construir una historia que ponga orden en los hechos confusos en los que vivimos inmersos, pero, sobre todo, que justifique la decisión de anticipar las elecciones. Así, sin anestesia.
Pues antes, durante y después de la sesión del debate sobre el estado de la comunidad de ayer, el gran tema seguía siendo este. ¿Adelantará Susana las elecciones? Todo el mundo tiene una opinión, un pronóstico. Nadie sabe nada, salvo la propia presidenta que de tenerlo decidido está en su derecho de no compartirlo con nadie, ni dar pistas al adversario. Pero eso no obsta para que se especule y se interpreten hasta las más mínimas señales.
Así, llamó la atención el interés de Izquierda Unida, desde la consejera Elena Cortés, poco dada a entrar en el regate corto con los medios, hasta del coordinador general Antonio Maíllo, por intentar comprometer a Díaz en que confirme que agotará la legislatura. Los intentos de «los primos», como llaman los socialistas a los coligados de IU, cantaban la inquietud, no sé si un poco incauta. ¿Quién puede esperar que ningún jefe de Gobierno desvele sus cartas? Es su ventaja. También su riesgo y el elemento de responsabilidad parece que pesa mucho en la decisión que adopte Susana Díaz, dicen fuentes dignas de todo crédito, que no son muchas.
Pues bien, el «relato» convincente para convocar elecciones anticipadas es complicado, pero no imposible. Me atrevo a vislumbrar un esbozo en la escritura de estos días: descartadas las diferencias con IU en la elaboración de los presupuestos, porque los socios se han rendido y apenas esbozan peticiones mínimas y ya incluidas en el pacto, se maneja un escalón insalvable, una cifra superior a los 600 millones menos que, dice la Junta, va a enviar a Andalucía el Gobierno central para este próximo ejercicio. Apuntó de hecho la discriminación en los fondos de convergencia, 400 millones a devolver frente a los 1.700 que reciben Cataluña y Comunidad Valenciana. Esto haría imposible elaborar la cuenta pública para 2015 y justificaría la disolución de la Cámara. Resolvería la pugna con IU, por si hay que volver a entenderse, y pondría el foco en el PP y en Madrid, que impediría mantener los servicios públicos esenciales que la Junta se ha comprometido a dar a los andaluces y que difícilmente puede hacer con un 0,7% de objetivo de déficit, no digamos si además hay que incrementar el gasto para pagar el complemento de las pagas extra a los funcionarios.
Igual este borrador se queda en el cajón de los originales descartados, «la morgue» le llamaba un antiguo periodista amigo, y eso que ayer se vieron en el discurso de la presidenta muchos datos que apuntan en ese sentido.
Pero si Susana Díaz construye un relato, por seguir con las imágenes literarias, los líderes de PP e IU parecen personajes en busca de autor. Juanma Moreno y Antonio Maíllo no tienen escaño y seguían la sesión desde la tribuna, un poco solos entre los cargos socialistas que no llegaban a completar el aforo. Moreno, de hecho, estuvo sentado con Cornejo, el secretario de organización del PSOE, hasta que llegó su portavoz adjunto, Elías Bendodo, ya avanzada la sesión. Ya que no pudo dar la réplica mantuvo un extraño suspense sobre a quién encargaría hacerlo, si Carlos Rojas o Loles López, que se resolvió a favor de esta última y que trasladó una sensación de pulso interno. La valoración de Juanma Moreno, a la media hora de acabar la intervención de la presidenta, sentó bien entre los suyos que indicaron que «ha estado mejor». Sin comentarios.
No obstante la presunta distancia dialéctica, en San Telmo preocupaba el posible discurso del PP andaluz en la sesión de ayer.
Amor-odio
En el capítulo de maldades no hay que dejar de resaltar la ya quasi perversa relación amor-odio entre PSOE e IU. La coalición de izquierda no se repone de la marcha de Valderas de su liderazgo, y eso que el vicepresidente mantiene su discreto segundo plano. Sus representantes se quejaron del «yoísmo» de Susana Díaz, que quisieran cambiar en un «nosotros» que les incluya, dijo Maíllo, cuando no protestan expresamente de las dudas que desde las filas del PSOE se siembran sobre la solidez de la coalición. «Estoy harto, hartito, de escuchar sandeces», vino a decir José Antonio Castro en uno de los pocos momentos de espontaneidad del debate.
Los de enfrente, o sea los compañeros de la bancada de gobierno, calculan entre tanto a cuánto se va a poner el gramo de apoyo futuro de IU y hasta dónde dejarles caer bajo el efecto de 'Podemos'. La presidenta ha dicho bien claro que quiere gobernar en solitario. A partir de cuándo, y de qué 'trakings', esa es la cuestión.