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Se lo llevó la corriente
Actualizado: GuardarTras la debacle en la semifinal de la pasada Euroliga, en la que su Barça cayó por 62-100, Xavi Pascual calificaba al Real Madrid como un equipo de «calidad única en toda Europa para jugar con el marcador a favor». «Entonces dejan ir todo su talento y te destrozan de todos lados», explicaba el técnico culé en la derrota «más dura» de su carrera. Meses después, doblegaba al eterno rival en la final de la Liga ACB con una táctica que ahogó a los blancos al obligarles a remar a contracorriente.
España fue la mejor selección de la Copa del Mundo cuando dominó el choque desde el principio. De hecho, hasta el partido contra Francia, apenas habían pasado más de tres minutos por detrás del adversario. Pero, en cuanto las cosas vinieron mal dadas, se vio superada por unos galos que parecían mucho más trabajados tácticamente y que conocían perfectamente las virtudes y defectos de los vecinos.
El desastre se cobró una víctima: Juan Antonio Orenga. El seleccionador se convirtió en el centro de todas las iras de los aficionados. El '¡Orenga, dimisión!' que se escuchó en los últimos instantes de los cuartos de final y en las eliminatorias posteriores en las que 'La Roja' ya no estaba presente chocaba con la ovación que recibieron los jugadores al salir de los vestuarios y la que recibió Pau Gasol cuando fue incluido en el cinco ideal del torneo.
El castellonense ha sido el eslabón más débil de una cadena que parecía robusta pero que se volvió de chocolate en cuanto entró en zona caliente. Se mascaba en el ambiente que, en cuanto fueran mal dadas, Orenga iba a ser carne de cañón. Las críticas en el Eurobasket de 2013, cuando se le acusó de no encontrar soluciones en los duelos que llegaron ajustados al final y que siempre cayeron del lado contrario, se acrecentaron tras el duelo ante Vincent Collet y los suyos.
Con el viento a favor, Orenga era el capitán al frente de un buque invencible que surcaba los mares a velocidad de crucero. En cuanto viraron los aires y se revolvió el tiempo, el barco encalló, la corriente levantó las olas de la ira y el técnico se ahogó en un mar rebosante de inquina contra él y que cambió de la calma a una agresividad que acabó por arrojarle fuera de la selección absoluta.
En un encuentro con algunos medios tres días después de la eliminación, Orenga intentó explicar sus decisiones y responder a algunas preguntas de colmillo retorcido,. Entre algunos momentos de tensión, lo que peor pareció sentarle al seleccionador fue el comentario de que algunos jugadores habían adelantado que no volverían al equipo nacional si él continuaba al frente. Esa quizás fue la puñalada que más le dolió. La que le ha llevado a olvidar «las fuerzas, las ganas y las energías» con las que decía que contaba y a decidir dejar de ser la cabeza visible de la estructura deportiva de la Federación Española para volver a ser un entrenador más.