Un momento de la ceremonia en la que el papa Francisco casó ayer a una veintena de parejas romanas en la basílica de San Pedro. :: EFE
Sociedad

El papa Francisco casa a veinte parejas en San Pedro en un gesto conciliador

En la primera ceremonia nupcial oficiada por Bergoglio en el Vaticano, casó a una madre soltera y a varias parejas con hijos y años de convivencia

CIUDAD DEL VATICANO. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El Papa casó ayer a veinte parejas de la diócesis de Roma en una solemne, histórica e inusual ceremonia que Francisco ofició en la basílica de San Pedro. La veintena de matrimonios bendecidos por el Pontífice, algunos de ellos con hijos y años de convivencia anteriores a su unión eclesiástica, con novias que fueron madres solteras y maridos de uniones anuladas por el tribunal de la Rota, tuvo lugar a solo tres semanas de la celebración de una controvertida asamblea de obispos, un Sínodo consagrada al matrimonio y la familia. La boda colectiva se interpretó como un gesto conciliador de Jorge Mario Bergoglio, que desde su elección como Papa ha tratado de atraer de nuevo a los divorciados al seno del la Iglesia católica.

En un ambiente de festivo recogimiento, las parejas de novios, algunas jóvenes y otras en edades más maduras, rodeadas de sus familias y amigos y en presencia de numerosos fieles, escucharon al Papa, que ofició con una casulla roja y habló de la «felicidad» y la «dificultad» del matrimonio. Las parejas casadas por Francisco fueron elegidas por la vicaría de Roma y son reflejo de las muy diversas formas de convivencia actuales: algunas ya tenían hijos, otras vivían juntas desde mucho antes de la boda y algunas se conocieron en su parroquia.

De todas las edades

El matrimonio más joven lo formaron un chico nacido en 1986 y una joven nacida en 1989, mientras que la pareja de más edad la formaban Gabriella, una madre soltera de 56 años, y su prometido Guido, de 46, cuyo primer matrimonio fue anulado por el tribunal eclesiástico de la Rota.

El matrimonio «no es un camino fácil, es un viaje a veces conflictivo», dijo el Papa a los contrayentes en su homilía. «Las disputas de pareja son normales. Se producen cada día, pero no acabéis el día sin haber hecho las paces; un pequeño gesto es suficiente», les recomendó Francisco, que ha demostrado que el matrimonio es un de sus preocupaciones pastorales. Recordó a la esposa su «deber» de ayudar al marido y el de esta para que su esposa sea más mujer.

A menudo Francisco se ha referido a este sacramento en sus homilías, reconociendo que atraviesa «una crisis cultural profunda», tal como escribió en la exhortación apostólica 'Evangelii Gaudium' (La Alegría del Evangelio). Pocos días antes de oficiar la insólita ceremonia nupcial, Bergoglio ironizaba incluso sobre «el valor que hay que tener para casarse hoy en día» y restaba importancia a las discusiones conyugales al recordar que «no hay que llamar a la ONU» tras una riña.

Con su habitual postura conciliadora, ha mostrado el Papa su deseo de estar al frente de una Iglesia que «se aproxime» a los matrimonios en crisis y ha abogado por «no excluir» a los cristianos divorciados. La histórica ceremonia tuvo lugar tres semanas antes del Sínodo extraordinario previsto del 5 al 19 de octubre, en el que 253 obispos, delegados y expertos del mundo entero, entre ellos 114 presidentes de conferencias episcopales, que debatirán sobre los desafíos actuales de la familia y los matrimonios religiosos.

La tensión sobre ese debate es palpable y la capacidad de Francisco de calmarlo se percibe como una prueba de su pontificado. La prohibición que impide recibir la comunión a los divorciados que se vuelven a casar, centrará a buen seguro los debates. Algunos prelados quieren flexibilizar esa regla que consideren muy estricta. Otros se resisten y temen poner en peligro el carácter indisoluble del sacramento del matrimonio. Ayer concelebraron la ceremonia junto al Papa el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, el vicegerente Filippo Iannone y cuarenta sacerdotes amigos de las parejas desposadas. Para Francisco, que como obispo de Roma había impartido sacramentos como la confirmación o la ordenación sacerdotal, era la primera celebración de bodas en el Vaticano, una práctica muy poco habitual.

Los únicos precedentes se remontan al papado de Juan Pablo II, quién en el Año de la Familia, en 1994 y durante el Jubileo de las Familias en 2000 celebró algunas bodas. Wojtyla ofició además otras bodas de carácter privado. Concluida la ceremonia, y tras saludar al pontífice en la sacristía de San Pedro, los recién casados pasearon por los jardines vaticanos y posaron ante la Gruta de Lourdes para las fotos del álbum nupcial.