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«La independencia tendría algún coste pero no sería un desastre»
«El Gobierno de Reino Unido ha gestionado mal el referéndum, los nacionalistas lo han hecho mejor», sostiene el sociólogo Craig Calhoun Director de la London School of Economics
Actualizado: GuardarCraig Calhoun, nacido en Watseka (Illinois) en 1952, es el autor de numerosos libros y artículos sobre aspectos sociales de la comunicación, la cultura, la tecnología, los nacionalismos y otros movimientos políticos. Estudió en universidades estadounidenses y británicas y el espectro geográfico de sus investigaciones abarca desde China al Cuerno de África pasando por la historia europea. Este sociólogo es en la actualidad el director de la London School of Economics and Political Science (LSE) y el próximo jueves, votará 'sí' o 'no' a la independencia.
-¿Cómo caracterizaría este movimiento por la independencia de Escocia?
-Es un evento político profundo, con implicaciones para todo Reino Unido. Forma parte de un amplio patrón de movimientos nacionalistas en los que una parte de la población siente que no está recibiendo una justa proporción de la economía nacional o de la representación política en un país que fue creado mediante la unión de muchas regiones. Hay, por supuesto, otras regiones que sienten que no reciben un buen trato por parte del Estado centralizado. El movimiento ha venido favorecido por la existencia de la Unión Europea y la creencia de que ofrece una estructura más extensa que evitaría que los pequeños Estados quedaran aislados en los asuntos globales.
-El de Escocia puede considerarse un movimiento más económico que étnico.
-Muchas cosas importantes son económicas. Para alguna gente hay un elemento étnico, porque hay un lenguaje y aspectos culturales que quieren preservar, pero creo que, normalmente, no son factores suficientes por sí mismos. El peso de las relaciones económicas es muy fuerte. En el caso de Escocia, hay un desempleo alto, una pérdida de industrias y el sentimiento de que el gran desarrollo en Londres no se traduce en beneficios para Escocia.
-¿Se debe entender como una benigna extensión de la democracia o como un peligro?
-Creo que ambas cosas. La idea de la voluntad de la población es democrática e importante, pero hay interrogantes sobre hasta qué punto la gente entiende bien las implicaciones de la decisión. Son muy complejas y se les presentan de diferente manera por las dos partes. Los nacionalistas escoceses presentan lo que ellos creen que sería la relación con el resto de Reino Unido pero los dirigentes británicos les dicen que no permitirán que se comparta la libra u otras cuestiones, porque las decidirán ellos. Es verdad, porque cualquier arreglo para compartir sólo puede ser decidido democráticamente por ambos lados de la frontera. Es una muestra de la complicada relación del nacionalismo con la democracia. Creo que el Gobierno de Reino Unido ha gestionado mal el referéndum y que los nacionalistas escoceses lo han hecho mejor. En el interés de la democracia, el Gobierno de Londres no insistió, por ejemplo, en que los escoceses que viven en Reino Unido pudieran votar y eso crea la extraña situación en la que el gran número de escoceses que viven en Gran Bretaña no pueden votar y gente que no tiene la nacionalidad o la ciudadanía en Escocia, que son recientes inmigrantes, podrá votar.
-¿Cuáles son los peligros?
-Creo que si Escocia se separa tendrá efectos malos para el resto de Reino Unido, pero no serán fatales, no será un desastre horrible. Habrá una perturbación económica considerable en Escocia y Reino Unido. No pretendo conocer las respuestas, pero tendría algún coste. Creo que los efectos más profundos son psicológicos, sobre el mapa mental de las personas, sobre la imagen de lo que es su país. Puede ser positivo para Escocia y negativo para Inglaterra. Y de cara a la Unión Europea plantea cuestiones sobre el precedente que sienta. Ya había ocurrido entre la República Checa y Eslovaquia y podría haber más candidatos. La pregunta sobre Europa no es qué hacer con Escocia sino cómo puede gobernarse la Unión Europea si hubiera muchos nuevos Estados, cuando las estructuras institucionales ya están sufriendo mucha presión con la expansión hacia la Europa del Este. Creo que es algo que preocupa a los países dominantes.
-Decía antes que es la misma UE, que no puede invocar un mérito nacional sino su funcionalidad, la que ampara estas ambiciones.
-Sí, y el hecho de que la UE no provoque la calurosa lealtad de la población y el hecho de que sea simplemente funcional anima a la gente a desarrollar sus lealtades cálidas hacia otros países y grupos. Es algo paradójico.