Isidoro, el alumno aventajado del tío Ramón
Criado en la Asturias rural, Álvarez emigró a Madrid para unirse al proyecto empresarial de su pariente y convertirlo en imperio
MADRID.Actualizado:No le gustaba verse en los medios de comunicación, así que no concedía entrevistas. Sin llegar a los extremos de Amancio Ortega -el dueño de Zara-, Isidoro Álvarez dosificaba casi con tacañería sus apariciones públicas. Eso sí, los periodistas sabían que en el calendario de El Corte Inglés había una fecha marcada en rojo. Un día -coincidente con la presentación de resultados del grupo, casi siempre a finales de agosto- en el que Isidoro Álvarez posaría a las puertas de la Fundación Ramón Areces, sede en la que la firma suele celebrar sus juntas generales de accionistas. De pie, con gesto adusto y traje y corbata oscuros.
Huía de los focos y esa discrección tal vez le servía para pasar desapercibido aquellas ocasiones en las que se paseaba por algunos de los centros comerciales del grupo, vigilando los más pequeños detalles. Así era Isidoro Álvarez, uno de los más insignes empresarios españoles, pero que era respetado en todo el mundo. En su trayectoria profesional acumuló una ingente cantidad de distinciones. Hace casi diez años, la más importante asociación de empresas y cadenas de distribución del mundo -la estadounidense National Retailer Federation- le otorgó el premio al Mejor Distribuidor del año. Destacaba de él su «reputación internacional, su genio creativo, inspirado liderazgo y servicio distinguido en la industria minorista».
La historia de Isidoro Álvarez responde en parte al arquetipo de 'self made man', si bien contó con los mejores maestros en el mundo del comercio y la distribución: el tío Ramón (Areces) y el tío abuelo Carlos (Rodríguez). Antes de que sus destinos se unieran, Isidoro Álvarez vivió -como otros tantos millones de españoles- las estrecheces del mundo rural de posguerra. Nacido en Borondes (Asturias) en 1935, el pequeño Isidoro dedicó su infancia a ayudar en las tareas agrarias de la familia. El instinto comercial le nacería en aquellas ocasiones en las que acompañaba a su padre a vender los productos agrícolas en el mercado.
Por entonces su tío Ramón ya había comprado una pequeña sastrería en el centro de Madrid -llamada precisamente El Corte Inglés-, con la que habría de hacer sus primeros pinitos empresariales. El negocio iba viento en popa, de forma que en 1940 se constituye como sociedad junto a su tío César Rodríguez. Es el germen del actual emporio empresarial de El Corte Inglés. Alentado por los éxitos familiares, Isidoro Álvarez marcha a Madrid en 1953, donde se matricula en la Facultad de Económicas de la Universidad Complutense. Al tiempo que avanza en sus estudios, comienza a ayudar a sus tíos en el negocio.
En 1957 logra no sólo licenciarse, sino también obtener el Premio Extraordinario en Economía y Ciencias Empresariales. Ese año -con sólo 22 de edad- asume por primera vez un cargo directivo en El Corte Inglés. Y en 1959 es nombrado consejero. «Mi escuela ha sido siempre El Corte Inglés y mi maestro, Ramón Areces. Creo que la historia del comercio en este país no puede entenderse sin la presencia de don Ramón, que ha introducido técnicas y procedimientos que han permitido la modernización del comercio en España», opinaba sobre su tío.
Un golpe audaz
Tercer presidente al frente de la empresa familiar, fue nombrado Ejecutivo del año en 1986. Tres más tarde, con al fallecimiento de Ramón Areces, Isidoro Álvarez se haría con el timón de un grupo que viviría a partir de entonces su mayor expansión. El tradicional negocio de distribución se diversificaría a través de hipermercados, agencias de viaje, compañías de seguros e incluso servicios tecnológicos.
Pero uno de los golpes más audaces de Isidoro Álvarez habría de ser la compra de Galerías Preciados, la firma de grandes almacenes fundada por Pepín Fernández -que precisamente era pariente lejano de Ramón Areces- y que fue durante décadas el principal competidor de El Corte Inglés. Poco después Álvarez se embarcaría en la fallida aventura estadounidense de los almacenes Harris, uno de los pocos borrones que emborronan la trayectoria del fallecido empresario.