LA GRANDEZA DE LA DISCRECIÓN
Decía debérselo todo a Ramón Areces,empezando por el espíritu de lucha y trabajo
Actualizado:Isidoro Álvarez, sin duda alguna el asturiano que en las últimas décadas más contribuyó a modernizar la imagen interior de España, nos acaba de dejar como era su forma habitual de vivir: con una excepcional discreción. Su vida ha pasado inadvertida para cuantos disfrutaron de su obra, pero su obra ingente queda ahí, extendida por toda España. Por algo en más de una ocasión se llegó a decir que El Corte Inglés es la institución que mejor vertebraba a España.
Isidoro Álvarez deja una herencia de servicios públicos -paralela con su valor comercial- realmente excepcional. El Corte Inglés bajo la inteligente batuta de Isidoro Álvarez no sólo supo mantener la tradición de éxito de sus antepasados, precursores de gran comercio en Cuba y en España, sino que, con su sentido comercial adaptado a los tiempos y una voluntad de servicio a los demás, acabó convirtiéndose en lo que hoy es uno de los centros comerciales más importantes del mundo: el modelo en que se miran otros muchos de Europa y Estados Unidos.
Nunca olvidaré un almuerzo que tuve con él en el restaurante Casa Portal de Madrid a raíz de mi regreso de Estados Unidos a España. Enseguida observé que hablaba poco y escuchaba mucho con gran atención. Yo ingenuamente intenté contarle detalles y observaciones sobre el funcionamiento de otros centros similares de Nueva York, Los Ángeles, Chicago o Miami. No hacía falta, lo sabía todo con detalle de todos ellos. Conocía sus características, sus problemas, sus fallos y las claves de su éxito. Lo que de verdad le interesaba a Isidoro Álvarez era conocer mi impresión u observaciones como persona que regresaba a España después de 12 años sobre las diferencias que yo veía entre aquellos centros comerciales de los que había sido cliente y muy conocidos por las películas, y El Corte Inglés, que, según él, tenía mucho que aprender para prestar el buen servicio a que aspiraba. Cuando la curiosidad me llevó a interesarme por la parte financiera de El Corte Inglés él le quitaba importancia, porque decía que lo importante era que los españoles tuvieran una red comercial que atendiera todas sus necesidades de la primera calidad. Le planteé la posibilidad de sacar la fórmula al extranjero, pero la rechazó al menos temporalmente. «Tenemos algo en California, pero de momento lo que conocemos es España y con quien tenemos un gran compromiso es con los españoles. Todavía tenemos mucho que mejorar». Luego me habló de ampliar los servicios de crédito para facilitar las compras a los clientes, incluso en los casos en que no tuviesen disponibilidad económica en ese momento.
Me impresionó primero por la humildad reflejada en su aspecto físico, vestido de negro, con traje y corbata, en homenaje a su antecesor Ramón Areces, a quien decía debérselo todo empezando por el espíritu de lucha y trabajo, además de las enseñanzas prácticas y la generosidad.
Luego también me admiró su inteligencia y cultura, que intentaba no exhibir con la modestia en que siempre se expresaba. Otros rasgos de su personalidad que me llamaron la atención fueron su sentido de la solidaridad y justicia social y sobre todo su discreción. Intenté convencerle para que me concediera una entrevista para televisión e incluso que me permitiera escribir su biografía, algo que creo que sigue siendo imprescindible para que las nuevas generaciones conozcan una obra como la que él lideró, pero lo descartó tajantemente. Se ofreció para cualquier cosa que necesitase. Me reiteró que para mi reinstalación en España tenía abiertas las puertas de par en par de El Corte Inglés y con arreglo a su vida yo también me ofrecí a su amistad, pero con el compromiso de respertar plenamente el valor humano de la discreción de la que él era el mayor ejemplo.