Richard Kiel, en una escena mítica de la saga Bond. Abajo, en una imagen de 2007. :: EFE
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Adiós a Richard Kiel, el Tiburón que daba risa

Muere Richard Kiel era el actor de las películas de James Bond cuya maldad producía hilaridad en el público

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Encarnó al esbirro de las películas de James Bond, pero podría haber interpretado perfectamente a Frankenstein. Richard Kiel, el pérfido 'Tiburón' de dientes de acero, ha muerto y habrá que hacerle un ataúd a medida. Porque el hombre medía 2,17 metros. Con un rostro que parecía tallado a hachazos, a Kiel no le dieron nunca papeles de galán maduro. Pero su ferocidad y esa forma de mascar como nadie los cables más duros le permitieron ser una leyenda del cine, ese gigantón que era enemigo acérrimo de Roger Moore en 'La espía que me amó' y 'Moonraker'. Malos tiempos para los seguidores del agente 007. Hace unos días nos dejaba Gottfried John, el hombre que daba vida al general Urumov, y ahora se va Kiel. El actor había tenido que cancelar un encuentro en Illinois al romperse una pierna por culpa de una caída, no se sabe con certeza si en casa o montando a caballo. El actor, de 74 años, dio el último estertor en un hospital de Fresno (Estados Unidos).

Tiburón, la quintaesencia de la fuerza bruta, encontró en Richard Kiel el intérprete perfecto para dar vida a un asesino cruel pero torpe. James Bond se libraba con tanta facilidad como arrogancia de las acechanzas del monstruo. El villano debía dar miedo, pero el personaje resultaba tan histriónico que despertaba carcajadas en el público. Tiburón estaba llamado a morir abrasado por las llamas. Sin embargo, el productor Cubby Broccoli se percató de las oportunidades que brindaba el criminal y le concedió la gracia de una segunda vida en 'Moonraker'.

Aparte de sus apariciones en la saga de James Bond, Kiel había adquirido cierta fama con sus papeles en 'El clan de los rompehuesos', en el que tenía como compañero a Burt Reynolds. También se le recuerda por su presencia en la serie 'The Wild Wild West', en la que, cómo no, hacía de malvado.

Aunque intervino en otras películas y programas de televisión, el personaje de Tiburón le perseguía como una lapa. En una de sus últimas entrevistas aseguró que se veía obligado a salir a la calle con gafas de sol y sombrero porque la gente se volvía para saludarle desde la acera contraria.

De haber nacido hace un siglo probablemente hubiera encontrado trabajo en el circo como una de esas criaturas monstruosas que se exhibían enjauladas. Kiel, empero, tuvo más suerte y cosechó el favor del espectador. Su hechura de gigante obedecía a la acromegalia, una enfermedad rara originada por la secreción excesiva de la hormona del crecimiento. Es la misma dolencia que aquejaba a Rondo Hatton, un actor habitual en las películas de terror de serie B de los años 30 y 40. Kiel hizo de la necesidad virtud y convirtió su deformidad en una forma de trabajo. Explotó su fealdad para salir en anuncios y videojuegos basados en las aventuras del agente 007 o hacer de doblador para Disney.