Draghi leerá hoy la cartilla a los grandes de la Eurozona para que hagan reformas
Los ministros de Finanzas debaten en Milán fórmulas para salir de la depresión mediante un equilibrio entre disciplina fiscal e inversión pública
MILÁN. Actualizado: GuardarCara a cara, sin intermediarios ni medios de comunicación haciendo y deshaciendo. Hoy, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, cantará las cuarenta a los ministros de Finanzas de la zona euro para advertirles de que o se ponen en las pilas en eso que llaman reformas estructurales o al Viejo Continente le quedan años y años de depresión económica. Sucederá en Milán, en la capital financiera de un país, Italia, que ostenta la presidencia del actual semestre europeo y uno de los principales enfermos de la Eurozona junto con Francia. Dos potencias (la tercera y segunda, respectivamente) que han tomado el testigo de España en el rol de quebraderos de cabeza de la austera Alemania.
Hoy, el presidente del BCE explicará de primera mano a los ministros de Finanzas de la moneda única que el instituto emisor está cumpliendo su parte del trato y que ahora les toca a ellos cumplir la suya. El banquero italiano llega con una batería de medidas recién salidas del horno (se aprobaron el día 4) difíciles de imaginar hace sólo un par de meses, como son una bajada de tipos de interés histórica que sitúa el precio del dinero al 0,05%; el incremento de la tasa de penalización de la facilidad de depósitos hasta el 0,20%; y, sobre todo, la puesta en marcha de un ambicioso programa de compra de deuda privada a través de titulizaciones (ABS, por sus siglas en inglés) que podría rondar los 500.000 millones.
Todo ello sumado a la decisión adoptada en junio de abrir otras dos barras libres de liquidez (TLTRO, por su jerga inglesa) que inyectarán hasta un billón para intentar que el crédito llegue a las pymes y a las familias. Dinero a espuertas para una banca que, pese a la alfombra roja colocada desde Fráncfort, se muestra demasiado reacia a dar préstamos.
Las cartas están encima de la mesa. O ahora o nunca, vino a decir 'Súper Mario' en su histórica comparecencia del día 4. Advirtió de que las medidas monetarias ya se han agotado -a falta de un macroprograma de deuda pública (QE)-, y que ahora llega el momento de que los Estados miembros se lo tomen en serio e impulsen de una vez por todas las reformas estructurales que se llevan pidiendo desde hace ya siete años y que sólo países como España (obligado por el rescate financiero) ha materializado en parte. «Necesitamos crecimiento», alertó tras anunciar el empeoramiento de las previsiones de inflación y PIB. Draghi también pidió medidas expansivas fiscales en aquellos países que se lo puedan permitir. Es decir, Alemania.
España y la energía
La reunión de hoy también tiene mucho de simbólico. Se produce apenas 48 horas después de que el futuro presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker (también primer presidente del Eurogrupo), anunciase en Bruselas el reparto de carteras de sus 27 comisarios. El socialista francés, Pierre Moscovici, se ha hecho finalmente con la comisaría de Asuntos Económicos, la misma que anhelaba París para intentar flexibilizar las estrictas políticas de austeridad desde dentro, desde el corazón de la ortodoxia bruselense.
Se barrunta tormenta. Ayer, sin ir más lejos, el ministro francés de Finanzas, Michel Sapin, confirmó que volverán a incumplir sus objetivos de déficit-no bajará del 3% al menos hasta 2017- y reclamó a Europa que «asuma sus responsabilidades». ¿Cómo? 'Animando' la economía no sólo a través del BCE, también a través de ambiciosos programas de inversión privada en las que el Banco Europeo de Inversiones (BEI) tendrá mucho que decir. Juncker ya anunció 300.000 millones, pero la Presidencia italiana propondrá más. España lo tiene claro: aportará por dar un impulso decidido a las infraestructuras de transporte y sobre todo a las energéticas para la interconexión, por ejemplo, con Francia.
Pero Francia no lo tendrá fácil. Los 'halcones' de la austeridad siguen dominando Bruselas, con un Jyrki Katainen, actual comisario de Asuntos Económicos, que será vicepresidente económico de Juncker y, por ende, en jefe directo de Moscovici.