«Farmacéuticas y cárteles de la droga son igual de peligrosos»
Allen Frances denuncia los abusos de la industria en la diagnosis psiquiátríca para generar negocio en «sociedades adicitas»
MADRID.Actualizado:«Hay más visitas a los servicios de urgencias y más muertes a causa de los medicamentos que por las drogas ilegales compradas en la calle. Si sus productos se utilizan a la ligera, las compañías farmacéuticas pueden ser tan peligrosas como los cárteles de la droga». La denuncia es de Allen Frances (Nueva York, 1942), toda una autoridad psiquiátrica, catedrático de la Universidad de Durhan y autor del 'ensayo-manifiesto' que ha disparado todas las alarmas. Analiza y enumera en '¿Somos todos enfermos mentales?' (Ariel) los abusos y excesos de una psiquiatría que es rehén de la industria farmacéutica que «gana el partido por goleada» recurriendo masivamente a la química en detrimento de la terapia, «que es mucho más efectiva a largo plazo».
Arremete Frances contra el Manual Diagnóstico y Estadístico, DSM en sus siglas en inglés, la 'biblia de la psiquiatría mundial' que él mismo dirigió y que ahora condena. Es donde se definen las enfermedades mentales y sus baremos diagnósticos, se enumeran síntomas y se establecen los tratamientos específicos.
Alarmado ante la deriva de DSM, denuncia cómo la psiquiatría «está perdiendo de vista la diferencia entre lo normal y lo patológico». Dice que se debe en buena medida «a la presión de las farmacéuticas, que tienden a considerarnos locos a todos», lo que es la base de un negocio monumental.
El DSM es una pieza clave en esta deriva, ya que «sirve para determinar quién está sano y quién enfermo, qué tratamiento se aplica, quién lo paga, quién recibe prestación de invalidez, quién tiene derecho los servicios de salud mental, quien puede adoptar un hijo, pilotar un avión o contratar un seguro de vida, o para establecer si un asesino es un criminal o un enfermo mental». Detrás está la todopoderosa industria, cuyos psicofármacos son «los productos estrellas para generar ingresos» y que alienta una «inflación diagnóstica» que genera «sociedades adictas a las pastillas».