El APUNtE

Un drama al cuadrado

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Es difícil olvidar el mes de agosto, cuando en sólo dos días, más de un millar de inmigrantes fueron rescatados en aguas del Estrecho. Llegaron sonriendo y levantando los brazos en señal de victoria. Llegar vivos al otro lado es ya un triunfo para ellos. Atrás dejaron a su familia, una vida dura y rodeada de pobreza, y, con lo poco que tenían, pagaron un precio desorbitado por recorrer varias millas embarcados en unas endebles lanchas. Por eso sonreían, porque habían hecho la parte más difícil. O eso creían.

Detrás de estos terribles viajes se esconden las mafias. Personas que se aprovechan de la necesidad de los demás para hacerse ricos en un país con escasos recursos. Para llenarse los bolsillos de dinero son capaces de cualquier cosa, hasta de utilizar a los niños. Se ha constatado un repunte en el número de menores que cruzan el Estrecho acompañados de adultos que resultan no ser sus padres al final del trayecto. Se han dado casos de mujeres, madres de dos hijos, que necesitaban un pasaje, pero no tenían dinero. Las mafias les han ofrecido viajar gratis con uno de sus hijos y entregar al otro a otra mujer para que pudiese cruzar y al llegar no fuese deportada. La finalidad de esta maniobra no es otra que explotarlas al llegar a España. Consiguen quedarse, pero el infierno empieza una vez cruzan al país donde creían que encontrarían la paz.

Y ¿qué pasa con esos niños? En muchos casos entrar al sistema de tutela, en otras se pierde su rastro y nunca más se sabe de ellos. Por eso las autoridades trabajan para aumentar los controles y no abandonarles a su suerte.