España estará en 2020 a la cola en capacidad de intercambio de energía
La escasez de interconexiones eléctricas reduce la competencia de precios, seguridad de suministro y eficiencia energética
MADRID.Actualizado:Se dice que España, debido a su situación en la periferia geográfica de Europa, es una «isla energética». Es decir, que tiene serias dificultades para participar en el intercambio de electricidad y gas del que se benefician otros países europeos. Y seguirá siéndolo durante bastantes años, en tanto no se dé un mayor impulso a las interconexiones con Francia, puerta de entrada al continente. Según estima Red Eléctrica (REE), España será en 2020 el único país de Europa continental por debajo del objetivo del 10% de capacidad de interconexión recomendado por la Unión Europea.
Esa ratio es la suma de las capacidades de importación de energía frente a la potencia de generación instalada. En estos momentos, la capacidad que tiene España de recibir electricidad de los países vecinos es del 4,3%: 1.400 megavatios (Mw) desde Francia, 2.300 desde Portugal, y 600 desde Marruecos. En 2020, una vez finalice la construcción de las interconexiones previstas (con Portugal entre Andalucía y el Algarve, la interconexión norte entre Galicia y el Minho portugués, y la que se está acometiendo ahora a través de los Pirineos Orientales con Francia), la ratio subirá a un 6-7%. Por eso, España y Francia estudian la construcción una nueva vía submarina de intercambio a través del Golfo de Vizcaya.
Hace dos semanas, durante la cumbre hispano-alemana celebrada en Santiago de Compostela, la canciller Angela Merkel mostró a Mariano Rajoy su incondicional apoyo a la hora de reclamar a Europa un mayor impulso de las interconexiones energéticas. Pero, ¿por qué es tan importante contar con una buena capacidad de intercambio de energía?¿Qué barreras dificultan su desarrollo? Y, sobre todo, ¿en qué beneficia a los consumidores?
En el caso de la electricidad, con la capacidad que queda vacante en las líneas de conexión y que no va a destinada a la seguridad de suministro, se establecen diariamente intercambios comerciales de electricidad aprovechando las diferencias de precios de la energía entre los sistemas eléctricos interconectados. Estos intercambios permiten que la generación de electricidad se realice con las tecnologías más eficientes, de forma que la energía fluye desde donde es más barata hacia donde es más cara.
«En la medida que hay una mayor interconexión entre los países, los precios de todos los mercados tienden a igualarse. Si esa capacidad de intercambio fuera infinita, el precio de la electricidad (el del mercado mayorista, no el final para los consumidores, ya que éste depende de otros muchos factores) sería el mismo en todos los países», explica Víctor Niharra, representante de OMIE, el operador del mercado ibérico de energía. Esto resulta singularmente importante para las empresas españolas -sobre todo las de un uso intensivo de la energía- que siempre lamentan que sus costes eléctricos son mayores que la de buena parte de sus competidores del continente.
Disponer de una potente capacidad de intercambio de energía (no sólo eléctrica) con los países vecinos aporta además una mayor seguridad de suministro, algo esencial en periodos de conflictos geopolíticos: se pudo comprobar cuando en la pasada década Rusia cerró el grifo del gas a Ucrania, lo que originó a su vez que tampoco llegara a terceros países, como los de Europa central. El sistema de interconexiones evitó entonces que varios Estados de la zona quedaran literalmente congelados en un invierno particularmente crudo.
Eficiencia energética
Además, proporcionan una mayor eficiencia energética, en tanto facilitan la integración de las renovables en el sistema eléctrico. La gestión de este tipo de fuentes de energía es compleja -sobre todo en lo que se refiere al viento y al sol-, ya que la generación de electricidad no se produce necesariamente cuando la demanda del sistema lo requiere. En el caso de la eólica, a medida que aumenta la capacidad de interconexión, se produce un mejor aprovechamiento de la energía que no tiene cabida en el sistema. Es algo que ocurre con los parques eólicos: el viento sopla más por la noche, cuando la demanda es menor. Con unas interconexiones adecuadas, esa energía podría ser desviada a otros lugares del continente donde sea más necesaria.
Pero el desarrollo de estas infraestructuras topa, al menos en el caso español, con muchos obstáculos: el de la orografía de la frontera hispano-francesa, los problemas medioambientales, o la sensibilidad de la población por la que han de atravesar las conexiones.