Sociedad

'Cinema Paradiso' reabre durante una semana para celebrar su 25 aniversario

MADRID. Actualizado: Guardar
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Cuentan que en el Festival de Cannes no se ha vuelto a repetir una ovación igual. En la edición de 1989, hasta el crítico más amargado aplaudió de pie con lágrimas en los ojos una cabalgata nostálgica por la memoria colectiva de varias generaciones crecidas en salas de barrio. Boquerini, columnista de cine de Vocento, fue testigo de aquel estreno de 'Cinema Paradiso'. «Era el pase de prensa de las ocho y media de la mañana. Nadie sabía muy bien de qué iba aquella película, nadie esperaba nada. El aplauso duró y duró después de que se acabaran los títulos de crédito. Ya no hay aplausos así».

Coincidiendo con su 25 aniversario, 'Cinema Paradiso' regresa mañana a cien salas de toda España en copia digital restaurada. Y solo por una semana. «Es un homenaje a los cines y a la gente que trabaja en ellos», justifica Eduardo Escudero, director de negocio de A Contracorriente, la distribuidora que se anima a reponer esta elegía por las salas provincianas, que ya a finales de los 80 cerraban en masa. «A los cuarentones que la gozamos en su día quizá nos mueva la nostalgia, pero los más jóvenes nunca la han visto en un cine. Esperamos que les emocione y, de paso, anime a ver más películas». Limitar su exhibición a una única semana «obligará a tomar pronto la decisión de acudir».

Alfredo y Totó

Cuando 'Cinema Paradiso' se estrenó en España el 15 de diciembre de 1989 tuvo casi un millón de espectadores. Llegaba avalada por el Premio Especial del Jurado en Cannes y acabaría ganando el Oscar en lengua extranjera. Su director, Giuseppe Tornatore, no ha vuelto ni de lejos a repetir el éxito de su segundo largo, que conjugaba un registro desvergonzadamente sentimental al contar el despertar a la cinefilia de un chaval en la Sicilia de los años 40 (Salvatore Cascio), pupilo de un desengañado proyeccionista encarnado por Philippe Noiret.

Alfredo instruye a Totó en los secretos del oficio y le infunde el amor al cine. Cuando un incendio en la cabina de proyección le cuesta la vista al mentor, el crío le sustituye hasta abandonar el pueblo para regresar convertido en director de cine. Tornatore habla de sí mismo en una película autobiográfica, que describe una época y una forma de vivir tan desaparecida como la sala que fue lugar geométrico de los sueños. Porque nadie cuenta que los cines de pueblo, aparte de quimeras de celuloide, también albergaban el espíritu de una comunidad.