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Van Rompuy (centro) saluda a su sucesor en el Consejo, Donald Tusk y a Federica Mogherini. :: REUTERS
Economia

El polaco Tusk lleva al bloque del este a la cúpula de la UE

Renzi se sale con la suya y coloca a su ministra Federica Mogherini al frente de la diplomacia comunitaria hasta 2019

A. LORENTE
BRUSELAS.Actualizado:

Llegó a la sala de reuniones del Consejo Europeo en el edificio Justus Lipsius a las 17.28 horas. Sonriente, con determinación. Sabedor de que el suyo era el caballo ganador. Lo fue. Fue uno de los últimos líderes en llegar y cuando asomó por la puerta, muchos fueron a saludarle entre gestos de complicidad. Todo llegaba cocinado de antemano y el margen de sorpresa era mínimo. El primer ministro de Polonia, Donald Tusk (Gdansk, 1957), del Partido Popular Europeo, fue elegido ayer por unanimidad nuevo presidente del Consejo Europeo en sustitución del belga Herman Van Rompuy, a quien un micrófono le jugó una mala pasada al 'pillarle' confirmando el nombre de Tusk al primer ministro chipriota antes de la cita. Una anécdota dentro de un escenario que supone toda una declaración de intenciones de la Europa poscrisis, que hace un guiño sin parangón al bloque del este en plena crisis rusa.

El otro gran nombramiento de la jornada fue el de la italiana Federica Mogherini (Roma, 1973), actual ministra de Exteriores de Matteo Renzi y desde el próximo 1 de noviembre, cuando la Comisión Juncker eche a andar, nueva jefa de la diplomacia comunitaria en sustitución de la británica Catherine Asthon. Un puesto, el de la Alta Representación Exterior, que también lleva aparejada una de las vicepresidencias del Ejecutivo comunitario. Su elección también llegó por unanimidad después de que Renzi lograse que la decena de jefes de Estado y de gobierno de los socialistas europeos cerrara filas en torno a su candidatura.

Conservadores y socialistas, hombre y mujer, este y sur... Un equilibrio siempre difícil de conseguir que en principio respeta todas las sensibilidades comunitarias. No hay que olvidar que en la última y frustrada cumbre del 16 de julio, los países del este, con Polonia y Lituania a la cabeza, rechazaron de plano la elección de Mogherini por ser Italia un país a su juicio demasiado permisivo con Moscú y Vladimir Putin. Ayer, tras recibir el dulce del Consejo Europeo en la figura de Tusk, el veto se levantó sin mayor reparo. De esta forma, los Veintiocho lograron dar una imagen de unidad de cara a los retos que tiene por delante, tanto geoestratégicos como de índole económica.

Porque también ayer, por la mañana, horas antes de aterrizar en Bruselas, el presidente francés, François Hollande, se reunió con la decena de líderes socialdemócratas con responsabilidades de gobierno para preparar la cumbre y sobre todo, lanzar un mensaje de unidad en el que reivindican una nueva política enfocada al empleo y al crecimiento en el Viejo Continente. Para ello, propusieron la celebración de una cumbre excepcional el próximo 6 de octubre en Italia, país que ostenta la presidencia comunitaria durante el segundo semestre del año. Hollande, que tiene numerosos problemas en su país por la debilidad de la economía gala, recibió el respaldo tanto de Renzi, no menos asfixiado, y de la mano derecha de Merkel en el Gobierno alemán, Sigmar Gabriel.