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MUNDO

Kiev acusa a Rusia de invadir su territorio

Ucrania solicita ayuda a la UE para frenar el apoyo de Moscú a los separatistas del este mientras el Kremlin niega los hechos

R. C.
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Las alarmas han saltado en Kiev. Ucrania, a través de su embajador en la Unión Europea, Konstiantyn Eliseyev, solicitó ayer a Bruselas ayuda militar «de envergadura» ante la entrada y el despliegue de tropas rusas en el este del país, una situación «insostenible» que podría desencadenar una guerra abierta entre ambos países.

Es la primera vez que Ucrania acusa a Rusia de «indisimulada invasión directa», después de especular durante meses sobre la posibilidad de que Moscú estuviese proporcionando apoyo militar a los separatistas prorrusos de las regiones orientales. «Basta de connivencia y de apaciguamiento del agresor. La solidaridad debe materializarse con sanciones significativas», reclamó Eliseyev, que pidió una sesión extraordinaria del Consejo Europeo para mañana.

«Han entrado columnas con armamento pesado, blindados y numerosos destacamentos de unidades regulares de la Federación Rusa», denunciaba simultáneamente el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, al inicio de la reunión urgente del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa, convocada tras anular su visita a Turquía. Una coyuntura «extraordinariamente complicada pero hasta ahora controlable», según manifestó a la agencia Interfax.

En la misma línea se posicionó un alto responsable de la OTAN, asegurando que «más de mil soldados rusos combaten actualmente en territorio ucraniano, sobre todo en las inmediaciones de la zona de Novoazovsk», una ciudad fronteriza que se encuentra a 100 kilómetros del bastión rebelde de Donetsk. «Apoyan a los separatistas, luchan contra las fuerzas armadas ucranianas». Unos hechos que calificó de «terribles y preocupantes», si bien aclaró que se basaba en «una estimación muy prudencial».

El Kremlin lo negó nuevamente. «No hay más que una unidad de una decena de soldados que cruzaron la frontera de forma no intencional hace dos días», se defendía el embajador ruso ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), Andrei Kelin, en referencia a los militares que Kiev afirmó haber detenido el pasado martes. Era su respuesta al Ejecutivo de Poroshenko durante una tensa reunión extraordinaria en la que el representante ucraniano de la OSCE, Ihor Prokopchuk, declaró «tener constancia» de la invasión.

Una tesis que, finalmente, fue corroborada por un líder de los separatistas, que admitió el miércoles que había soldados rusos luchando junto a ellos. «Se nos han unido muchos militares rusos que prefieren no pasar sus vacaciones en la playa, sino en las filas con sus hermanos», confirmó Alexander Zajarchenko, 'primer ministro' de la autoproclamada República Popular de Donetsk.

Alarma internacional

Europa sigue con preocupación las últimas noticias del conflicto ucraniano. El ministro griego de Exteriores, Evángelos Venizelos, ordenó ayer la evacuación inmediata del consulado general heleno en Mariupol, localidad portuaria en el sureste de Ucrania y su traslado a Dniepropetrovsk, la tercera mayor ciudad del país, «por razones de seguridad».

Las reacciones de temor y recelo no tardaron en reproducirse en la escena internacional. El presidente francés, François Hollande, subrayó en una rueda de prensa que la presencia de soldados rusos en Ucrania, de confirmarse, es «intolerable e inaceptable». La canciller alemana, Angela Merkel, sugirió que podrían aprobarse «nuevas sanciones», mientras el 'premier' británico, David Cameron, expresaba su «extrema preocupación» y avisaba al Gobierno de Vladímir Putin de que es preciso encontrar «una solución política a esta crisis». El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se manifestaba en términos similares. «Esto puede representar una peligrosa escalada. La comunidad internacional no puede permitir que continúen la violencia y la destrucción», expuso en un comunicado.

Lituania, por otro lado, elevó el tono y acusó a Rusia de llevar a cabo una «evidente invasión militar» y exigió una reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre esta cuestión. Estados Unidos también secundó las acusaciones a través de su embajador en Kiev, Geoffrey Pyatt, quien censuró el suministro ruso a los rebeldes de «sistemas de defensa antiaérea de última generación».