Triste estadística
El número de suicidios aumenta a pasos agigantados desde que la crisis se instaló en el país. Es el momento de reducir las cifras
Actualizado:Que la crisis no ha traído nada bueno a la sociedad está más que claro. El ánimo de la gente ha cambiado, al mismo ritmo que la situación económica propia o del entorno. Quedarse sin trabajo, no tener dinero para pagar la hipoteca, la luz o el agua, tener que acudir a los comedores sociales para poder alimentarse, es una realidad que conforma el día a día de muchas personas que, ahogadas por esas necesidades, luchan por levantarse y afrontar un nuevo día. Por eso, no es de extrañar que un estudio de la Delegación de Salud haya relacionado la crisis con el aumento de suicidios.
No puede sorprender a nadie, a estas alturas, que la falta de recursos para cubrir las necesidades básicas conllevan problemas psicológicos que no ocupan la primera página de los periódicos, ni abren los informativos. Todos estos problemas, reales, que viven muchas personas, que no les dejan dormir, conllevan depresión y ansiedad que, mal asumida y tratada, puede llevar al suicidio. Una terrible decisión que aumenta cada año, al mismo tiempo que la crisis se alarga en el tiempo.
Por eso es necesario que las cosas mejoren de verdad, no sólo en palabras de buenas intenciones y mantras de positivismo. Es importante que los ciudadanos vean resultados tangibles en sus vidas. Unos resultados en forma de trabajo, estabilidad y futuro para los suyos, para que nadie tenga que pensarse varias veces si merece la pena levantarse de la cama para seguir intentando subsistir en un mundo que, cada día, invita más a quedarse en ella. Es la única manera de empezar a desinflar las estadísticas.