Las exportaciones, nuevo talón de Aquiles de la recuperación
El frenazo de las ventas y la aportación negativa del sector exterior al PIB en el primer semestre deja en el aire el cambio del modelo productivo
Actualizado: GuardarNo hace demasiado tiempo España soñó con un sector exterior fuerte, consolidado, capaz de impulsar el crecimiento de manera constante. Eran los años más duros de la crisis. La economía estaba sumida en la recesión y la demanda interna hundida. Sin embargo, las exportaciones se incrementaban a ritmos cercanos al 10% y aportaban cifras positivas de más de un 3% a la evolución del PIB hasta convertirse en uno de los motores de la maltrecha economía. La circunstancia era propicia. La mejora de la competitividad -en gran parte por la devaluación salarial- y la caída de la demanda interna obligaron a las empresas a mirar al mercado exterior. El Gobierno veía en esos indicadores el comienzo del esperado cambio de modelo productivo en el que la construcción pasase a un segundo plano. Sin embargo, ese escenario ideal parece desvanecerse este año, curiosamente, con el tibio crecimiento económico. Las ventas al exterior se han frenado, el déficit comercial se ha duplicado en el primer semestre y la aportación del sector al PIB es negativa por primera vez en años. La otrora esperanza se ha convertido en el talón de Aquiles de la recuperación.
Los datos hasta junio no dejan lugar a dudas. Las ventas al exterior solo crecieron en ese periodo un 0,5% mientras que las importaciones lo hicieron un 5,3%. El resultado es claro: balanza comercial negativa. España ha tenido tradicionalmente un saldo exterior deficitario. Un desfase entre importaciones y exportaciones que en los momentos previos a la crisis, con el consumo disparado a base de créditos fáciles, llegó a alcanzar los 100.000 millones de euros en 2007. Sin embargo, tras la caída del consumo, el déficit se fue reduciendo. En 2009 solo representaba la mitad (50.182 millones) gracias al empuje de las ventas que llegaron a su cénit en 2013, año que cerró con un desfase comercial de 'solo' 15.955,4 millones. Sin embargo, en el primer semestre de 2014 el déficit volvió a dispararse y alcanzó casi esa cifra (11.882,4 millones). El punto de inflexión se produjo en el primer trimestre del año, cuando la demanda interna realizó una aportación negativa al PIB (-0,2%) por primera vez desde el segundo trimestre de 2010 y la demanda nacional volvió a contribuir (0,7%) al PIB después de tres años.
«El freno de las exportaciones no es un buen dato. España tiene un volumen de deuda externa, tanto pública como privada, muy elevada», asegura el profesor de Economía de Esade, Pedro Aznar. En su opinión, la mejor forma para compensar este aspecto es tener una balanza exterior positiva. Este experto tiene claro que el frenazo del sector exterior está relacionado con la ralentización de la economía global. Los países emergentes crecen menos y Francia y Alemania, los dos principales mercados destinatarios de las exportaciones españolas, se estancaron en el segundo trimestre.
El Gobierno trata de relativizar estos datos. El propio secretario de Estado de Comercio destacó que el volumen de las ventas es el mayor de la serie histórica y que solo las exportaciones de Alemania superan a las españolas. En cualquier caso, a pesar del indiscutible avance del sector, en 2013 -año récord de exportaciones- las ventas españolas solo representaban el 1,71% a nivel mundial, lejos del 2,81% de Italia o del 3,15% de Francia y a una distancia sideral del 7,89% de Alemania.
Fortaleza del euro
Otro aspecto que penaliza a las exportaciones españolas es la fortaleza del euro. Aznar considera que sería positiva una devaluación monetaria para ganar en competitividad. El experto reconoce que como contrapartida el precio de las importaciones se encarecería y provocaría un incremento de la inflación, algo que hoy, con el miedo a la deflación, no resulta un problema. Sin embargo, el BCE no parece dispuesto a tomar una medida de esas características y el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, también dejó claro su oposición la semana pasada: «Una Europa fuerte y un euro fuerte van juntos».
El otro problema para España es el estancamiento de los principales mercados destinatarios. La mitad de las ventas españolas se producen en la zona euro, que vive un crecimiento plano. Además, las exportaciones a Francia (15,8% del total) descendieron un 2,3% en los primeros seis meses del año. En Alemania crecieron un 5,6% gracias al empuje de inicio de año, ya que en junio apenas subieron un 0,9%. «Las exportaciones españolas son totalmente dependientes de Francia y Alemania. Si se confirma su ralentización en los próximos trimestres se acabará reflejando en el crecimiento español», asegura el profesor de Esade.
Sin embargo, este experto considera que el cambio de modelo productivo es inevitable y que el sector exterior tendrá un papel fundamental. «La demanda externa es la palanca que va a marcar el ritmo del crecimiento». En su opinión, si el sector exterior se frena el crecimiento del PIB será moderado, pero si las exportaciones vuelven a coger fuerza, eso impulsará el PIB.