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La OTAN califica de «contrabando» la entrada del convoy ruso en Ucrania
Considera que Moscú ha «violado» la «soberanía» de su vecino al hacer pasar sus camiones por la frontera sin permiso
KIEV. Actualizado: GuardarRusia dejó de lado la diplomacia y envió el convoy con ayuda humanitaria al este de Ucrania sin el permiso de las autoridades ucranianas ni tampoco la escolta de la Cruz Roja, en un abierto desafío a Kiev que el jefe militar de la OTAN calificó como «contrabando forzoso». El comandante supremo aliado en Europa de la OTAN y jefe de las fuerzas estadounidenses en el viejo continente, el general estadounidense Philip Breedlove, dijo que la «ayuda humanitaria legítima no debería ser objeto de contrabando forzoso a través de las fronteras internacionales sin el consentimiento (de Kiev) y sin la implicación de las agencias humanitarias internacionales». En un comunicado, Breedlove insistió en que la entrada del convoy «constituye un motivo de preocupación sobre los verdaderos motivos para enviar suministros a través de la frontera».
El general estadounidense instó a Rusia a «dejar la distribución de ayuda para expertos imparciales» y a «retirar sus tropas de la frontera de Ucrania (que la OTAN estima en 20.000 militares), dejar de utilizar tácticas de guerra ambiguas para inflamar el conflicto e implicarse en un diálogo sincero para lograr una solución pacífica a esta crisis». El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, consideró la acción «una violación flagrante de los compromisos internacionales de Rusia (...) y una violación adicional de la soberanía de Ucrania».
Los 262 camiones, cuya carga no fue revisada ni certificada por completo por las autoridades de Ucrania, llegaron por la tarde a su destino, la ciudad oriental de Lugansk, sitiada por las tropas ucranianas en su lucha contra los separatistas prorrusos y al borde de la catástrofe. «Ya ha empezado la descarga de la ayuda humanitaria, que luego será repartida entre los habitantes» de la ciudad, dijo a los periodistas un portavoz de la administración municipal de Lugansk, órgano elegido democráticamente mucho antes de la rebelión prorrusa en el este de Ucrania.
«Trabas indisimuladas»
En una conversación telefónica con la canciller alemana, Angela Merkel, el presidente ruso, Vladímir Putin, «subrayó que dadas las indisimuladas trabas de Kiev en el asunto de la ayuda rusa a la población del este de Ucrania que sufre una catástrofe, se ha tomado la decisión de enviar el convoy», informó el Kremlin. Poco a poco, todos los camiones rusos atravesaron la frontera y entraron en territorio controlado por los separatistas prorrusos, que escoltaron el convoy a lo largo de los 70 kilómetros que separan el paso fronterizo ucraniano Izvárino de Lugansk.
La clave para evitar sobresaltos pudo pasar por una conversación telefónica entre el jefe de la administración de la Presidencia rusa, Serguéi Ivanóv, y su homólogo ucraniano, Borís Lozhkin, en la que ambos apostaron por «un rápido (...) envío de la ayuda humanitaria rusa, sin incidentes ni provocaciones», según un comunicado del Kremlin.
Las autoridades de Kiev optaron por el pragmatismo para gestionar la peliaguda situación, al menos hasta la llegada del convoy a Lugansk, y renunciaron al empleo de la fuerza militar para detenerlo, aunque el jefe de los servicios de seguridad ucranianos, Valentin Nalivaichenko, calificó de la entrada de los camiones como una «invasión directa», y la representación de Ucrania ante la ONU denunció que representaba una violación de la soberanía del país.
La Unión Europea condenó la decisión de Moscú, que el portavoz comunitario de Exteriores, Sébastien Braband, consideró «una clara violación de la frontera con Ucrania». También Estados Unidos advirtió al Kremlin que se enfrentaba a «acciones adicionales» de no revertir esta situación. «Nuestra posición es clara y Rusia no debe utilizar una caravana humanitaria como excusa para cruzar la frontera», aseguró el portavoz del Pentágono, el contraalmirante John Kirby, en una rueda de prensa.