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ESPAÑA

Desaparecen dos españoles en un naufragio en Indonesia

ZIGOR ALDAMA
SHANGHÁI.Actualizado:

Había tormenta, y el barco de madera, «muy antiguo, sin ninguna seguridad, sin GPS, ni radio, ni ningún instrumento de navegación», sucumbió a las olas que, después de un fallo del motor, lo hicieron chocar contra un arrecife. Así, durante la madrugada del pasado sábado, llegó a un abrupto fin el viaje que hacían los 25 turistas extranjeros que habían partido de la isla indonesia de Lombok y que pretendían disfrutar del espectáculo único que ofrecen los gigantescos dragones de Komodo, los mayores lagartos del planeta, en la isla que les da su nombre. 23 de ellos fueron rescatados entre el domingo y ayer, pero dos, llamados Víctor y José, de nacionalidad española según las autoridades indonesias y de entre 45 y 50 años, continúan desaparecidos. Las tareas para encontrarlos continuarán hoy.

Los problemas comenzaron sólo seis horas después de haber iniciado la excursión. «El primer día el barco encalló en un arrecife de coral. Tras cinco horas, un segundo barco nos sacó y pudimos continuar», relató ayer a la agencia EFE uno de los cuatro pasajeros españoles, Rafael Martínez, que viajaba con su pareja y que, curiosamente, es periodista de ese medio de comunicación. Según su relato, la segunda embarcación comenzó a zozobrar al día siguiente, razón por la que los tripulantes lanzaron un bote salvavidas en el que sólo cabían cuatro personas. El resto aguantó con los chalecos salvavidas en el techo del buque, que todavía sobresalía del agua.

Divididos en grupos

Finalmente, el sábado los náufragos se dividieron en varios grupos. «Los que se quedaron junto al barco hundido con el bote salvavidas fueron los primeros en ser rescatados a unos 100 kilómetros de la isla de Sumbawa», explicó el responsable de la operación de rescate identificado sólo con su nombre de pila, Budiawan. Otros cinco nadaron durante seis horas hasta alcanzar la isla de Sangeang, deshabitada y con un volcán en erupción. «Estábamos a unos cinco kilómetros de la costa, había olas muy grandes, y la gente había comenzado a sentir pánico, así que decidimos ir a tierra firme», contó a la agencia AFP otro de los supervivientes, el francés Bertrand Homassel.

«Pasamos la noche allí, comiendo hojas de árbol y bebiendo nuestra propia orina», recordó. Hasta que, el domingo, vieron un barco cercano y llamaron su atención agitando los chalecos salvavidas. «Hemos tenido mucha suerte», sentenció Homassel. Martínez y su pareja también. «En medio del frío, el hambre, los calambres, las medusas y el cansancio nunca llegamos a perder la esperanza del todo», aseguró. Ahora, todos ellos se recuperan de la odisea en hospitales locales de Sumbawa y esperan noticias de los dos desaparecidos. Desafortunadamente, este tipo de accidentes son muy frecuentes en el archipiélago indonesio, en el que sus más de 17.000 islas hacen que el transporte marítimo sea inevitable.