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Rajoy reclama a Europa una respuesta «contundente» a la inmigración ilegal
El presidente insta a los 28 a ayudar a las personas que se ven obligadas a abandonar sus países para poder vivir con dignidad
MADRID / MELILLA. Actualizado: GuardarEl presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, exigió ayer a la Unión Europea que se implique de una manera efectiva en el objetivo de frenar la inmigración ilegal. En una comparecencia en la localidad pontevedresa de Vilanova de Arousa, tras un encuentro con dirigentes del PP gallego, el jefe del Ejecutivo reclamó a Bruselas una política «clara, entendible y contundente» que dé solución a un problema que golpea con fuerza a los socios mediterráneos.
Rajoy confió en que Italia lidere un impulso a la política migratoria común en su doble calidad de presidente de turno de la UE durante el presente semestre y de socio más afectado por este fenómeno. Según opinó el presidente español, los 28 no sólo deben apoyar la vigilancia de las fronteras europeas sino que también deben comprometerse con el desarrollo de los países africanos más pobres. «Debemos ayudar a aquellas personas que se quieren trasladar a Europa porque, lisa y llanamente, en sus lugares de origen no pueden ni siquiera vivir con dignidad», expresó.
La petición para que la Unión Europea se involucre más en el control migratorio viene de lejos. España, Italia, Francia, Grecia, Chipre, Malta y Portugal llevan años clamando porque se incrementen los fondos europeos y la ayuda material para el control de sus fronteras que, no se cansan de repetir estos países, son también las de toda la Unión Europea. No obstante, hasta ahora la respuesta recibida ha ido poco más allá del compromiso moral de trabajar para evitar naufragios como el de la isla de Lampedusa, en el que en octubre de 2013 perecieron ahogadas cerca de 400 personas. Desde entonces, Italia mantiene desplegada su Armada en el Mediterráneo para evitar que la vuelva a repetirse. La operación se lleva a cabo con un alto coste económico para Roma y sin apenas colaboración de Bruselas. La razón radica en que, mientras este es un problema de primer orden para los países del sur de Europa, en el norte, lejos del continente africano, se percibe en un segundo plano frente a otras prioridades como, por ejemplo, hacer frente a los desafíos que plantea la proximidad a Rusia.
Respecto a la oleada de pateras registradas en las costas andaluzas esta semana, el presidente del Gobierno se limitó a valorar que se trata de un fenómeno que se repite cada año por estas fechas. Esta afirmación choca sin embargo con el hecho de que nunca antes se hubiesen registrado tantas llegadas en un solo día como el pasado martes. El presidente no hizo referencia a que una posible relajación de la vigilancia de la Marina Real marroquí facilitara la avalancha, un hecho que el propio ministro del Interior del país vecino reconoció el miércoles al aludir a «disfunciones» en su sistema de vigilancia. Ayer, con las patrulleras marroquíes en el mar, no se avistó patera alguna.
Enfrentamientos en Melilla
Mientras, Melilla vivió su tercera madrugada consecutiva de saltos a su valla fronteriza. Después de que el miércoles lo intentaran unos 600 subsaharianos y el martes casi un millar, ayer lo hicieron unos 200. Un grupo de ellos quedó atrapado en el interior de la valla, de los que 20 se encaramaron a lo alto. A partir de ese momento, se sucedieron escenas de mucha tensión entre los inmigrantes y las fuerzas de seguridad de España y Marruecos.
Policías del país vecino hicieron uso de la fuerza para desalojar a los inmigrantes y uno de ellos cayó desde una altura de cuatro metros después de recibir una patada de un agente español. Tras casi dos horas aferrados al vallado, los inmigrantes desistieron y fueron llevados en volandas por agentes de la Guardia Civil hasta territorio del país vecino. Las ambulancias marroquíes atendieron a una decena de subsaharianos a causa de cortes profundos y contusiones de consideración. Según declararon varios testigos, algunos inmigrantes lograron entrar en Melilla y salieron a la carrera para esconderse entre sus calles. La Delegación del Gobierno sin embargo aseguró que sólo un joven consiguió acceder a territorio español.
Durante el suceso la Guardia Civil impidió el acceso de los periodistas a la zona del salto y tampoco permitió grabar ni tomar imágenes. Algunos de los informadores fueron denunciados por los agentes.