Ana Mato y José María Viadero, director de la ONGD Juan Ciudad. :: JOSÉ RAMÓN LADRA
Sociedad

Mato defiende la actuación de Sanidad en la crisis del ébola

Los Hermanos de San Juan de Dios despiden en un multitudinario funeral a Miguel Pajares, enterrado en el panteón de la orden religiosa

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«Creo que la gestión ha demostrado que tenemos un sistema de alertas que funciona perfectamente». Con estas palabras, la ministra de Sanidad, Ana Mato, salió al paso a las críticas recibidas durante la última semana por no haber realizado ninguna comparecencia pública ante la reciente crisis por el traslado a España del primer europeo infectado por el virus del ébola. La ministra asistió al funeral por el padre Miguel Pajares en el hospital de San Rafael (Madrid), lamentó el fallecimiento del misionero y expresó su reconocimiento «al magnífico personal sanitario que tenemos en España».

Según la titular de Sanidad, «lo importante no es el protagonismo de un ministro por las gestiones, sino la gestión en sí». Sin embargo, reconoció con pesar que esa coordinación «ha permitido los resultados que hoy desgraciadamente no son favorables». Mato, que asistió al oficio religioso en representación del Gobierno, destacó también la coordinación de su Ministerio con «la OMS (Organización Mundial de la Slaud), con la Unión Europea, con las comunidades autónomas», así como con otros departamentos como el de Asuntos Exteriores, Defensa, Fomento e Interior para «trasladar en un tiempo breve al padre Miguel». En este sentido, subrayó la actuación del Ministerio de Sanidad desde que el pasado día 2 tuvieron los primeros contactos con la orden de San Juan de Dios debido al grave estado en que se encontraba Miguel Pajares. «Hemos estado permanentemente informando con total transparencia a los ciudadanos para garantizarles su seguridad», dijo.

Respecto a las medidas adoptadas tras la muerte del misionero para desinfectar la habitación de la sexta planta del hospital Carlos III donde estuvo internado, Mato solo apuntó que «todos los protocolos se están cumpliendo a rajatabla y por tanto la seguridad y a limpieza están garantizadas».

La desinfección se realizará en dos fases. En la primera, que ya está en marcha, se incinerará todo el material y pertenencias que ha estado en contacto con el enfermo. Mientras que en la segunda, desinfectará con lejía y bombonas de hipoclorito sódico todas las instalaciones del hospital por las que haya pasado Miguel Pajares, según detalló el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Rodríguez. Lo único que se salvará del fuego son las ambulancias en las que fueron trasladados los dos religiosos desde el aeropuerto de Madrid hasta el centro médico, que ya han sido desinfectadas.

Emotivo adiós

Las cenizas del Miguel Pajares llegaron al Hospital de San Rafael a primeras horas de la mañana y fueron trasladadas hasta un túmulo instalado en la capilla del centro. Allí, junto a la titular de Sanidad estuvieron presentes representantes de la Orden de San Juan de Dios, el secretario general de la Conferencia Episcopal Española, José María Gil Tamayo; el presidente de Mensajeros por la Paz, el padre Ángel, o el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, que destacó que «el padre Miguel y sus compañeros nos ayudarán a que nosotros reaccionemos, a que se siga investigando» el ébola. En el oficio, al que asistieron algunos trabajadores del hospital, se recordó también a Patrick Nshamdze, Chantal Pascaline y George Combey, los otros trabajadores del hospital San José de Monrovia (Liberia), en el que trabajaba el sacerdote toledano, también fallecidos por ébola.

Hasta la capilla también se acercaron muchos ciudadanos, como Inocencia, cuyo marido está ingresado en el hospital y que calificó a Pajares como «una persona muy buena que no debería haberse muerto». Esta mujer sostuvo que España hizo «muy bien» en repatriarle, «era un español y lo suyo era traerle aquí». No obstante, sobre la decisión de dejar a los compañeros de Pajares en Liberia, dijo que «los demás (trabajadores) tenían el mismo derecho que él». No opinaba igual Ana María: «Cada país se tiene que hacer responsable de los suyos. Lo que no puede ser es que por falta de dinero la gente muera».

Entre los numerosos asistentes al funeral, también había compañeros de la orden de Pajares, como Teresa, voluntaria del albergue de la organización religiosa y que recordaba al sacerdote como un «religioso espiritual». «Me duele que un misionero no se le valore como tiene que valorársele, si fuera de una ONG que no fuera de la Iglesia a lo mejor le dábamos más valor», apunto Nieves, otra de las asistentes al oficio. Al término del acto, las cenizas de Miguel Pajares fueron conducidas, en medio de los aplausos, hasta el panteón de la orden hospitalaria, donde fueron inhumadas.