A la playa, pero de blanco radiante
Actualizado:Ni Fellini lo hubiera filmado mejor. El guardia de la foto, sí, sí, fíjese bien. En la de arriba. Ese hombre de blanco radiante lleva ahí varias horas, mueve el brazo dando paso, cumple jornada laboral viendo pasar turistas y más turistas en busca de la playa. Abajo la instantánea es distinta. El mar, oh, siempre el mar. La playa hace más de sesenta años tenía el mismo color, quizá algo más claro, más nítido. Nadie se quejaba de las algas. No había hoteles, ni paseo marítimo. La Victoria reunía a diario a bañistas, pescadores, curiosos, casetas de madera y, sí, sí, fíjese bien; niños con toallas, también blancas, convertidas en kimonos.