Una alerta que es preciso aclarar
La crisis migratoria en el Estrecho tiene proporciones nunca conocidas y debe tener explicaciones nuevas que el Gobierno de España y la UE deben encontrar
Actualizado:Puede que la situación no sea nueva pero es la más grave que se ha conocido. Al menos, en números. Nunca se ha dado nada igual. Más de mil inmigrantes en menos de 48 horas es una cifra que nunca se había conocido. Por lógica, esta nueva situación debe responder necesariamente a nuevas circunstancias. Por repasar obviedades, si salen más embarcaciones de Marruecos será porque hay más personas dispuestas a cruzar o porque, con las mismas, se han relajado los sistemas de vigilancia en la otra orilla. Si se trata de una combinación de ambas perogrulladas, habrá que preguntar cuanto antes al país de origen de la última travesía por los motivos de este cambio de actitud que repercute directamente en España y en la Unión Europea. Mucho más complejo, y conveniente, resulta analizar la situación en los países de nacimiento de los recién llegados. Eso supondría encontrar una amalgama de hambrunas, violencia, enfermedad, estados fallidos y guerras que llevan decenios sin solución.
En cualquier caso, ni Tarifa, ni la provincia ni España pueden estar solas en esta situación. El punto más meridional de la provincia sirve de frontera natural a toda la Unión Europea y, como sucede en el caso, igualmente dramático, de Lampedusa, es todo el continente el que debe afrontar sus responsabilidades. Consisten, entre otras pero en primer término, en salvar todas las vidas en juego y, después, ordenar la entrada en su territorio. Pero también en velar por la integridad de sus fronteras.