‘Superlópez’ ya es de oro
Actualizado: GuardarCon las caderas tensas, bamboleándose como en un bailoteo de Elvis bajo la lluvia que regaba Zúrich en el amanecer de la segunda jornada de los Campeonatos de Europa, evitando los raíles resbaladizos del tranvía que se estiraban, como nervios, a lo largo de un circuito endiablado, cuatro marchadores entraron en el último kilómetro con todo por decidir. Se miraban de reojo, entre jadeos, ansiosos por atisbar un síntoma de debilidad entre sus rivales. Pero nadie cedía. Fue entonces cuando el español Miguel Ángel López escuchó los gritos de su entrenador recordándole que tenía a unos metros la oportunidad de ser campeón. Así que apretó los dientes y, tras unos instantes de resistencia del ruso Aleksandr Ivanov, el oro de Moscú, se puso por delante. Sin avisos, un premio a su exquisita técnica, pudo marchar lo más rápido que pudo y alcanzar la meta primero.
‘Superlópez’, apenas unas horas después de que Borja Vivas lograra la medalla de plata en peso, se coronaba campeón de Europa en los 20 kilómetros de la especialidad más productiva para España, la marcha, cantera de 14 medallas, para un total de 67, de las que seis son de oro, como la que cuelga del cuello de este murciano de 26 años al que ya solo le queda ser el mejor del mundo.
Pero los triunfos no siempre son tan sencillos como aparentan. Si alguien une los puntos, como en esos pasatiempos infantiles, de la trayectoria deportiva de Miguel Ángel López verá una progresión lógica: quinto en los Juegos Olímpicos de Londres, en 2012, tercero en el Mundial de Moscú, en 2013, y ahora campeón de Europa en Zúrich. Pero este éxito tiene su miga. Cuando ‘Superlópez’ regresó de Rusia con su primera gran medalla dejó el atletismo de lado. Estuvo meses sin esforzarse. «No supo asimilarlo. Fueron muchísimas emociones y experiencias tras aquella medalla y se quedó estancado», explica Juanma Molina, una de las voces que pueden permitirse hablar así del campeón. Por algo era su ídolo cuando era pequeño y aún conserva el póster de Molina en una habitación repleta de fetiches: sus primeras zapatillas, los dorsales más significativos, trofeos...
Su excompañero, bronce en el Mundial de Helsinki, en 2005, recuerda que durante esos meses, finales de 2013, principios de 2014, «entrenó menos porque le costaba disfrutar de lo que había sido su pasión, el atletismo, y lo pasó mal». A su apatía se sumaron los problemas de corazón que arrastra su madre desde hace tiempo y que la llevan más de lo deseado a un cardiólogo de Murcia.
López vive, como su hermana, en casa de su madre, en Llano de Brujas, una pedanía de Murcia. Y allí se encerró, sin explicación aparente, pues venía de un éxito y no de un fracaso, hasta que despertó de su letargo. Su padre deportivo, José Antonio Carrillo, tuvo que reajustar toda su preparación porque se había saltado el trabajo invernal. Y hasta marzo no volvió a recordar a uno de los grandes referentes del atletismo español. Al menos aprovechó el receso para prosperar en sus estudios de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la UCAM.
Por suerte aún había tiempo para reaccionar. Miguel Ángel López volvió a obedecer a Carrillo y se puso en manos del equipo que ha confiado a su alrededor: el doctor Zapata, un traumatólogo que le trata de cualquier dolencia; el doctor Cuenca, que se encarga de las ayudas ergogénicas; los ‘fisios’ Martínez y Barrios, que recuperan sus músculos, y el psicólogo Rosendo Berengüí, con el que comenzó a trabajar hace dos años. Resucitado el atleta, volvió a marchar por el carril de Llano de Brujas, donde hace un año le pusieron su nombre a un jardín, y regresó a Cieza -su club es el UCAM Athleo Cieza-, como cuando era un niño, después de llegar a la marcha de casualidad, para sustituir un día a su amigo Jesús Zapata y, harto de no tener compañeros que marchasen con él en Murcia, cogía el autobús al salir del colegio Severo Ochoa para ir al grupo de Carrillo y regresar después, ya de noche, a la pedanía.
Su triunfo en los últimos metros -el kilómetro final lo completó en 3.37, una barbaridad para un marchador- tampoco fue casual, como apunta Juanma Molina: «Carrillo siempre ha sido partidario de hacer series corta, repeticiones de 300 metros, y mucha gente no lo comprendía, lo veía innecesario para una prueba de 20 kilómétros. Hoy lo entenderán. El trabajo anaeróbico también es importante porque no podemos olvidar que en un segundo pueden dar hasta cuatro zancadas».
Los dos españoles acabaron entre los ocho mejores en la final de disco que ganó el alemán Robert Harting (66,07). Mario Pestano terminó sexto (62,31) pese a que no utilizó ninguno de los tres lanzamientos de la mejora y Frank Casañas fue octavo (61,47).
El renovado perfil del atletismo español
Aunque la factoría de la marcha no deja de proporcionar medallas, el atletismo español ha presentado en Zúrich un perfil muy renovado. El manido mediofondo ha pasado a un segundo plano ante la evolución de otros sectores. Si el primer día Borja Vivas inauguró el medallero en la historia de los Europeos para los lanzadores masculinos, el segundo volvió a acabar con antiguas carencias, como tener a una española en la final de los 400 -no habrá una sino dos después de la soberbia actuación de Indira Terrero y Aauri Bokesa-, o que haya un español en las finales masculina y femenina de triple salto.
Ruth Ndoumbe, convertida este año en una atleta regular, que supera los 14 metros cada vez que se mete en el pasillo de triple salto, se clasificó para la final con el cuarto mejor registro (14,01, +0.5), algo que no alcanzó una renqueante Patricia Sarrapio (13,41). Ndoumbe entrena en Valencia, a las órdenes de Rafa Blanquer, junto a la cuatrocentista Indira Terrero, una de las sensaciones de España en Zúrich después de ganar su serie el martes y la semifinal el miércoles (52.07), entrando por delante de toda una campeona olímpica y mundial como la británica Christine Ohuruogu. El viernes, con un día de descanso, disputará la final teniendo claro que, llegados a este punto, las medallas pueden estar a su alcance. A su lado estará Aauri Lorena Bokesa, que llegó a Zúrich después de varias semanas sin competir, y que amarró un valioso tercer puesto (51.84).
Terrero nació en La Habana en 1985 y en junio de 2010, durante el campeonato Iberoamericano, se fugó junto a otros tres atletas del hotel donde se hospedaba el equipo cubano para irse a Castellón, donde entrenó durante un año junto a su compatriota Omar González. Pero Blanquer le prometió una casa, una buena ficha en su club y la experiencia en nacionalizar atletas que adquirió con Niurka Montalvo, Glory Alozie o Josephine Onyia, y la habanera no se lo pensó.
Samuel García también estará en una final de 400 y no se pone límites. "Aunque suene ilícito os diré que voy a por las medallas. Esa es mi mentalidad", exclamó tras acabar segundo (45.58). Fueron minutos eléctricos que se cortaron cuando Ángel David Rodríguez comprobó que sus molestias le impedían correr rápido y entró último (10.76) en su semifinal de los 100 metros. La decepción fue mayor con el último puesto de Kevin López (1:48.90) en las semifinales de 800.
Mo Farah ya tiene un oro
Mo Farah, que ya ganó la doble medalla de oro en 5.000 y 10.000 en los Juegos de Londres y en el Mundial de Moscú aspira a hacer lo propio en el Letzigrund Stadium. Su primer objetivo lo cumplió al ganar en la distancia superior (28:08.11) después de aguantar en la última vuelta (la recorrió en 54.41) a los dos turcos nacionalizados, que también se vieron sorprendidos por un segundo británico, un 'armario' llamado Andy Vernon. El español Lolo Penas se retiró en el tercer kilómetro.
Tan ambiciosa como Farah, la sensación de la temporada, la neerlandesa Dafne Schippers atrapó la primera de las tres medallas que pretende llevarse de Zúrich al ganar la final de los 100 (11.12, -1.7). Aún le quedan el 200 y el 4x100, pero en los Países Bajos ya ven en ella, 64 años después, a la heredera de la mítica Fanny Blankers-Koen.