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Fracaso marchita

ANTONIO PAPELL
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La condena a España por la CEDAW (Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer) en un caso de violencia machista -la sentencia obliga a indemnizar a una mujer cuya hija fue asesinada por su exmarido- pone de manifiesto que nuestro país, a pesar de las reformas legales realizadas, de los recursos invertidos y del manifiesto interés político por afrontar con eficacia el problema, está lejos de haber completado el camino.

Este fracaso tiene dos vertientes: de un lado, se ha constatado la ineficiencia de las medidas contra el machismo: el caso analizado por la ONU es incompatible con la existencia de un sistema de protección eficaz de las mujeres que denuncian maltrato. Como se ha publicado, la víctima del maltratador, que llegó a presentar más de cincuenta denuncias contra su verdugo, huyó de su casa en 1999, tras recibir malos tratos desde que se quedó embarazada; pese a ello, las agresiones siguieron y en el proceso de divorcio, el juez concedió al padre un régimen de visitas tuteladas; dos años después, sin atender las recomendaciones de los servicios sociales, el juez aceptó el recurso del hombre y permitió que viera a la niña a solas. hasta que se produjo el asesinato.

De otro lado, se ha constatado la improcedencia de algunas normas: en este caso, la ley amparaba la pretensión del maltratador de visitar periódicamente a su hija, incluso sin testigos de vista, y esta reglamentación hizo posible que en uno de los encuentros acabase con su vida. Es absolutamente improcedente la tesis de que el hijo del maltratador debe tener contacto con él para realizarse psicológicamente; quien maltrata a la madre no puede ser una influencia positiva para el hijo, por lo que un solo caso probado de violencia machista debería ser suficiente para que el delincuente perdiera la patria potestad sobre sus hijos y fuese apartado definitivamente de ellos.

Faltan, en definitiva, más medios y mejor coordinados, y una revisión de la legislación vigente. Porque es sintomático que el caso haya llegado a tan altas instancias internacionales después de que naufragara en las nuestras. Y la afirmación, que tantas veces hemos oído, de que es inevitable que ocurran crímenes aislados de violencia de género a pesar de lo bien que aquí la prevenimos es, evidentemente, por completo infundada.