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Estela de Carlotto, presidenta de la asociación de las Abuelas de la Plaza Mayo, con su nieto Guido. :: L. V. / AFP
MUNDO

«Esto es algo maravilloso»

Guido Montoya Carlotto, quien recuperó su identidad el martes, se muestra en público por primera vez con su abuela Estela

MARCELA VALENTE
BUENOS AIRES.Actualizado:

Tranquilo y feliz, Ignacio Urban, el nieto de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, se enfrentó ayer a un pelotón de periodistas que esperaba conocerlo. El muchacho es hijo de una joven pareja asesinada por la dictadura militar (1976-83), y vivió sin conocer su identidad durante 36 años hasta el martes, cuando se enteró que era el nieto más buscado de Argentina.

«Esto es algo maravilloso, mágico y quisiera que sirva para potenciar esta búsqueda de Abuelas para cerrar heridas. Soy una parte pequeña de ese proceso de cicatrización», reflexionó al comenzar, sentado entre su mujer y su abuela Estela que parecía henchida de orgullo y satisfacción al escucharlo.

A pesar de que para la familia siempre fue Guido Montoya Carlotto, tal como le había puesto su madre al nacer en 1978, el hombre pidió conservar su nombre actual, Ignacio, al que está «acostumbrado», se justificó. Pero inevitablemente, muchos periodistas lo llamaban Guido, el nombre que guió su búsqueda todos estos años. «Es una alegría enorme para mí todo esto, y también porque sabía la alegría que esto iba a traer a un montón de gente. Veo en los ojos de ellos esa alegría , y lo disfruto», aseguró desde la sede de Abuelas en Buenos Aires.

Ignacio dijo que entiende la algarabía que se generó a su alrededor, pero explicó que él hace apenas dos días sabe quién es, y que está «un poco convulsionado», se disculpó. De manera poética dijo que hacía tiempo que tenía «unas mariposas fuera del campo de visión» que le hacían dudar de su historia familiar, hasta que hace dos meses «tuvo indicios ciertos». Le dijeron que había sido adoptado. Dos días después de esa revelación iniciaba los trámites en Abuelas, un proceso que dijo fue «respetuoso y con mucho cariño».

Fue criado en el campo por una pareja de agricultores y es concertista. Aún así, aseguró que tuvo una vida «extraordinariamente feliz». «Uno va buscando la verdad como puede», dijo, y describió su historia como «una pequeña victoria» dentro de «un capítulo penoso de la historia nacional» de la que no estuvo ajeno estos años.

Ignacio fue informado de su verdadera identidad el martes, y un día después se reunió con su abuela y sus tíos maternos. El jueves fue el turno de los primos, y a la noche fue con Estela y sus tíos a la residencia presidencial, donde los recibió Cristina Fernández junto a sus hijos. Ayer, poco antes de su presentación ante la prensa, conoció a su abuela y su tío paternos, los Montoya, que viajaron desde la provincia de Santa Cruz, al sur del país, para reunirse con el muchacho.

Por primera vez, se encontraron también Estela y la otra abuela, Hortensia Ardura. La mujer, de 91 años, era la madre de Walmir Oscar Montoya, asesinado en 1977, meses antes del nacimiento de Guido, que es la viva imagen de su padre. Los restos de Walmir fueron identificados en 2009. Tenía 16 impactos de bala, según constató el Equipo Argentino de Antropología Forense. Laura Carlotto, la madre de Guido, fue asesinada dos meses después de dar a luz. «Ahora entiendo por qué mi hija se enamoró perdidamente de su hijo», le dijo Estela ayer a su consuegra.