Estanterías con productos occidentales en una tienda de San Petersburgo. :: OLGA MALTSEVA / AFP
MUNDO

Putin acerca Rusia al pasado soviético

La negativa a comprar alimentos a los países que apoyan sanciones a Moscú golpeará el mercado interno con escasez e inflación

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El presidente ruso, Vladímir Putin, considera una de las mayores tragedias de la historia la caída de la Unión Soviética en 1991, y abundan los analistas políticos que adivinan un intento de volver a un pasado, para él de esplendor, en su aventura expansionista en la vecina Ucrania. Ahora, su decisión de cerrar durante un año el mercado interno a los alimentos procedentes de los países que apoyan sanciones económicas contra Moscú para que deje de respaldar a los separatistas del este ucraniano condenará a los rusos a regresar a los duros años de la escasez de comida y la inflación creciente.

Así será al menos en el periodo más inmediato, mientras prosperan los propósitos de incrementar la producción nacional, enunciados en torno enérgico pero que los expertos consideran irrealizables, y el líder del Kremlin se deja querer por los países productores de carne, pescado o fruta que ya hacen cola para sustituir a EE UU, la Unión Europea, Noruega -miembro de la UE pero fuera de la zona euro-, Canadá y Australia. Los respectivos mercados de los caídos en desgracia ante Putin también acusarán el golpe, claro está, y las quejas ya comienzan a llegar a Bruselas.

El líder ruso encargó el miércoles al Gobierno definir los términos del embargo y ayer delegó en su primer ministro, Dmitri Medvédev, los detalles de una medida incluso más contundente de lo que Occidente esperaba, porque sólo quedan excluidos las bebidas alcohólicas, la comida infantil, el té, el café y el cacao. Rusia es muy dependiente de la comida que le llega de fuera, sobre todo de EE UU y Europa, y los efectos del embargo se dejarán sentir en los supermercados de las grandes ciudades, como Moscú o San Petersburgo -con un 60%-70% de productos alimentarios importados-, pero también en los mercados donde compran las clases más populares.

La UE exportó a Rusia el año pasado alimentos por valor de 11.800 millones de euros; desde territorio estadounidense llegaron bienes por valor de otros 1.300 millones de euros. España vendió productos agroalimentario por valor de 338 millones de euros. Ahora, los gestores rusos se afanan en encontrar un rápido relevo a sus grandes proveedores de carne, pescados, frutas y verduras. El primer ministro no perdió el gesto adusto cuando subrayó la oportunidad que la nueva situación representa para los productores del país de incrementar su cuota de mercado, pero los expertos reponen que resultará muy complicado para unos sectores poco eficientes y afectados por la escasez crónica de inversiones.

Nuevas fuentes

Rusia se apresura a encontrar nuevas fuentes de abastecimiento, que no evitarán la inmediata subida de una inflación que ya supera el 6% y hará imposible cumplir el 7% previsto para todo el año, pero sí al menos la escasez de comida en el medio plazo. Miembros del Gobierno celebraron ayer reuniones con representantes de países de países latinoamericanos como Ecuador, Argentina, Chile o Uruguay, que se mostraron lógicamente ansiosos por incrementar las exportaciones al mercado ruso y, en el caso de Uruguay, adornaron la oferta con una condena de las sanciones occidentales por la crisis de Ucrania. Moscú trata de asegurar, además, que los productos prohibidos no le llegarán por vía indirecta desde Bielorrusia o Kazajistán, con los que Putin tiene un acuerdo de asociación para su Unión Euroasiática al que ya probablemente nunca podrá sumar a Kiev, que era su gran objetivo para plantar cara, a la vez, a Bruselas, Washington y Pekín.

La Unión Europea recibió al ataque el embargo de Moscú e incluso amenazó con «nuevas medidas» contra Rusia. Pero casi de inmediato le llovieron los lamentos de los países y sectores comunitarios afectados. El Comité de Organizaciones Agrarias alertó de un «grave impacto» por las represalias de Putin. Y el disgusto no es menor entre los productores de salmón noruego, que sufren caídas en las cotizaciones de sus acciones y se preparan para afrontar «un desafío en el corto plazo».