A favor de los poderosos

Al fundarse, la ONU creó grandes ilusiones y esperanzas para los pueblos oprimidos que confiaban en que se convirtiera en un referente mundial. Pero su actuación a lo largo de los años ha ido degradándose y se ha convertido en un instrumento más para que los países fuertes ejerzan su poder y dominio sobre los pueblos y naciones sin fuerza. Como instrumento pacificador en conflictos ha sido y es inútil y sus actuaciones complican más los conflictos. Sonroja el servilismo con el que apoyan las hazañas de Israel, provocando un estallido de rabia de los restantes países que se desesperan al comprobar la arrogancia del Gobierno sionista que está diezmando a la población como táctica aniquiladora para seguir manteniendo la hegemonía sobre un pueblo que ha cometido el grave pecado de supervivir. Pero lo grave es la complacencia de EE UU, justificando la acción de los hebreos con el slogan de que «tienen el derecho a defenderse», para lo que le suministra ingentes cantidades de armamento altamente sofisticado. La postura del Gobierno español, además de vergonzante y cínica, produce a la población la sensación de servilismo ante los poderes económicos y militares mundiales que son los que manejan la ONU con cinismo, procurando no molestar a los lobbies judíos que se sienten impunes.