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Turistas suizos hacen fotos cerca de Berwick, la ciudad inglesa más al norte, a dos kilómetros de la frontera escocesa. :: TOBY MELVILLE / REUTERS
MUNDO

La independencia divide a los empresarios escoceses

Los favorables a separarse agrupan a 2.000 miembros pero los que quieren seguir en Reino Unido son más numerosos

ÍÑIGO GURRUCHAGA CORRESPONSAL
LONDRES.Actualizado:

Apenas tuvieron tiempo de conocerse en el Royal Bank of Scotland (RBS), que Alex Salmond abandonó cuando George Mathewson, que entonces no tenía el título de caballero y 'sir', llegó a lo que era entonces un banco regional adormecido, procedente de la Agencia Escocesa de Desarrollo, donde había dinamizado un ente público para la captación de inversiones. Pero la independencia les ha unido.

Salmond se dedicó a la política y Mathewson enderezó y expandió como consejero delegado uno de los dos grandes bancos escoceses. Abrió la puerta a otra firma regional con aspiraciones de expansión, el Santander de Emilio Botín, con un acuerdo de compra cruzada de acciones. Cuando la entidad española adquirió Abbey tuvo que renunciar a su parte del RBS, pero no se produjo el divorcio personal.

Mathewson echa de menos las juntas generales del Santander, que no duraban horas como en Escocia sino un día entero. El impulsor de un imperio que durante su gestión se convirtió en el quinto banco del mundo y luego llegó a ser el mayor, antes de terminar intervenido por el Gobierno para evitar su colapso, forma parte del Consejo Asesor Internacional del Santander, junto a Rodrigo Rato, entre otros, y es el presidente del consejo económico del Gobierno escocés.

El lunes publicó en el Financial Times un artículo en el que afirma, contra el criterio del Gobierno de Londres y de otros empresarios del sector financiero, que la independencia supone oportunidad y no riesgo. Señala que la regulación o rescate del RBS o HBOS (subsidiaria de Lloyd's), con su sede corporativa en Escocia, depende de los países donde tienen activos, que ya no son en realidad bancos escoceses.

Y dice que Londres modificará su rechazo a compartir la libra con una Escocia independiente y que el país tiene las cualificaciones profesionales y la experiencia para desarrollar los servicios financieros, y con la independencia podrá disponer de «un sistema fiscal competitivo y eficaz que ayudará a Escocia a competir con otros centros europeos de finanzas».

Ayer Mathewson volvió a la carga, encabezando una carta de siete empresarios escoceses que defienden el futuro de la Escocia independiente. Entre ellos, sir Donald MacKay, que hace unos días rebatía los pronósticos pesimistas de Londres sobre el futuro del petróleo y del gas en el Mar del Norte, o Michelle Thompson, la directora de 'Negocios por Escocia', la asociación de empresarios y directivos favorables a la independencia, que dice tener unos 2.000 miembros.

Un 'no' más grande

En la misma mañana de ayer, Standard Life, la compañía de seguros que tiene su sede en Edimburgo, presentó los resultados, no muy buenos, en la primera mitad del ejercicio. Su consejero delegado, David Nish, respondió a preguntas de los periodistas sobre la advertencia que lanzó, en febrero, de que podía trasladar sus sedes a Inglaterra si Escocia vota independencia. Y confesó que sus dudas no se han resuelto.

Para Standard Life, que tiene el 90% de sus clientes fuera de Escocia, la futura regulación y la incógnita monetaria son importantes, porque la incertidumbre sobre la moneda en que cobrarán sus futuras pensiones o pólizas puede crear una fuga. «No tenemos más claridad sobre estos asuntos», resumió ayer Nash, «y estamos analizando diferentes maneras de reaccionar». Pero añadió que no ha detectado retiradas significativas de capitales.

El bando del 'no' empresarial es más numeroso. Bob Dudley, de British Petroleum; Ben van Beurden, de Shell; o Keith Cochrane, de la firma de ingeniería Weir, se han manifestado partidarios de mantener la unión en favor del interés de sus empresas. Resulta frecuente escuchar en Escocia a gente que prefiere oír opiniones de empresarios que de políticos sobre el futuro de la economía, pero están divididas.

La confederación de sindicatos no manifestará su valoración sobre la consulta del 18 de septiembre. Sí lo hizo la patronal, BCI, que pidió registrarse en la campaña del 'no' como grupo no político y tuvo que rectificar inmediatamente. Varias empresas, incluida la televisión STV que acogió anoche el debate de los líderes de la campaña, la BBC y varias universidades abandonaron la organización porque no podían verse empañadas por el sesgo político.