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De García Gutiérrez a las Muñecas Marín
El Museo de Chiclana renueva su discurso con la incorporación de las salas del siglo XIX y XX, donde se aborda el patrimonio artístico y etnográfico
Actualizado: GuardarAunque pueda parecer lo contrario, son retazos de la vida misma: una edición de ‘El Trovador’, un retrato de Carmen Picazo pintado por Godoy, una bañera de mármol del balneario de Fuente Amarga, cuadros de Sebastián Gessa, aparejos de almadraba, una bota de vino, una plana de construcción, unos zapatos de bailaor o tres muñecas Marín. Patrimonio artístico, documental, arquitectónico y etnográfico suman un todo para comprender la historia y la realidad social y cultural de Chiclana de los siglos XIX y XX. Concretamente, de la Constitución de 1812 y la invasión francesa a la urbanización del Novo Sancti Petri. Ese es el lapso temporal que abarca las dos nuevas salas que se han inaugurado en los últimos días en la institución chiclanera y que están descubriendo los nuevos visitantes durante el verano.
Tal y como explican desde el propio Museo, pese a que en las salas ya abiertas aún quedan algunos retoques que se irán implementando en las próximas semanas. Pequeñas mejoras a un discurso museográfico que ha sido realizado por la propia dirección de la institución y que ha optado por el eje cronológico para reconstruir el patrimonio de Chiclana en sus últimos 200 años.
De esta forma, el discurso comienza con la invasión francesa, la Constitución de Cádiz y el inicio de la producción literaria de García Gutiérrez. De ahí que en las vitrinas se exhiban ediciones de ‘El Trovador’ y de otras obras del poeta. Paquiro y la tauromaquia, Fernán Caballero y su obra ‘No transige la conciencia’ o los pintores Juan Antonio González y Sebastián Gessa Arias, son algunos de los personajes del siglo resaltados. Tampoco pasa de largo el museo por otro de los hechos claves del momento: la consecución el 8 de agosto de 1876 del título de ciudad, Real Decreto otorgado por Alfonso XII «en consideración a la importancia por el aumento de población y desarrollo de su industria y comercio que ha logrado alcanzar».
Prosperidad que le llegó, en buena medida, por la importancia de Chiclana como lugar de ocio y de vacaciones desde finales del siglo XVIII. De ahí que se exponga una de las bañeras de mármol del balneario de Fuente Amarga y se puntualice la importancia que tuvo en la provincia la localidad como lugar de balnearios gracias a las propiedades de sus aguas.
Eso antes de entrar en la sala dedicada a la industria. En ella, se detalla cómo después de la plaga de filoxera que destruye las vides, Chiclana retoma el pulso de su producción vitivinícola en el siglo XX. Eso combinado con otras industrias como la almabraba de Sancti Petri, el propio sector de la construcción o la fábrica de Muñecas Marín. No se escapan tampoco la reconstrucción de otros saberes tradicionales y oficios, por medio de una colección de fotografías.
Las salas se completan con un espacio dedicado a las fiestas tradicionales, tales como la feria, el flamenco o la Semana Santa, con la exposición de unos zapatos de bailaor, un misal, un candelabro, un escapulario o carteles de las ferias. Todo este recorrido cronológico y ordenado en historia, industria y fiestas se basa ene las propias piezas expuestas en vitrinas y espacios, cartelería, rotulación y una proyección audiovisual para guiar al visitante por el espacio. Una forma de mostrar al de aquí y al de allí cómo éramos ayer para comprender quiénes somos hoy.